Acaba de empezar el ramadán. Este es el mes ‘sagrado’ durante el cual millones de musulmanes alrededor del mundo ayunan desde el amanecer hasta el anochecer cada día.
El año islámico sigue un calendario lunar con 12 ciclos, del cual el noveno mes es ramadán (como decir septiembre). Este mes sería sagrado porque fue la época del año en la que la totalidad de las escrituras islámicas fue inventada por le fue revelada a Mahoma, así que los fieles musulmanes celebran la fecha privándose de alimento y fingiendo que la falta de cafeína y comida no los está volviendo locos.
La razón para celebrar es porque el Corán se nombra a sí mismo como la última guía de la humanidad para distinguir el bien del mal. De alguna manera está claro que los simples mortales no podríamos distinguir el bien del mal sin un manual de instrucciones de inspiración divina, así que se celebra que tengamos esta guía infalible para navegar por las traicioneras aguas de la ética. Al fin y al cabo, ¿quién necesita pensamiento crítico o debate filosófico cuando todo se puede resolver memorizando versículos?
Y como este GPS moral fue inventado revelado durante ramadán, los fieles que gocen de buena salud deben seguir un ayuno durante las horas de luz de cada día (quienes se lo salten por motivos de salud, o porque están de viaje, deben reponer la abstinencia más adelante). Al más puro estilo abrahámico, la fecha pone de manifiesto el desprecio por el mundo real, material y natural, prefiriendo uno sobrenatural del que no hay ninguna evidencia. Por eso la abnegación y privarse del placer sensible juegan un rol central en la ‘celebración’ — el camino hacia la virtud está empedrado de estómagos gruñendo y dolores de cabeza. Se cree que este mes de huelga de hambre ayuda a centrarse menos en los asuntos mundanos y más en… bueno, en no comer. También se dice que sirve para limpiar el alma de impurezas espirituales, aunque lo único que se limpia realmente es el cuerpo de nutrientes.
Pero no teman, porque al final de cada día de ramadán, cuando el Sol se oculta, muchos fieles se transforman en voraces comensales. En algunos casos, la cena durante ramadán se ha convertido en verdaderos banquetes nocturnos, casi como si consumir las calorías de un mes en una noche fuera la manera perfecta de demostrar que se han trascendido los asuntos mundanos y se ha limpiado el alma exitosamente… hasta que vuelva a salir el Sol a la mañana siguiente.
Otro aspecto importante del ramadán es que se espera que los creyentes lean la totalidad del Corán durante el mes. Para cumplir con el plazo de este club de lectura celestial, el Corán ha sido dividido convenientemente en 30 porciones de fácil digestión, para que los fieles reciten una sección por día, y así completar una lectura total del libro durante ramadán.
Y justo cuando uno pensaría que el entrenamiento espiritual estaba completo, la secta sunita añade una oración nocturna extra, por si acaso. Resulta que pasar hambre todo el día no es suficiente devoción: ¡también hay que perder algo de sueño!
Como de costumbre con las supersticiones del desierto, todo el contexto del ramadán está sumergido en la idea de tratar a los seres humanos como infantes cuyo comportamiento debe ser controlado mediante premios y castigos divinos — una especie de conductismo preternatural.
Por ejemplo, la caridad con los pobres da puntos extra en el Más Allá si se hace durante ramadán. Es como una oferta por tiempo limitado para las ‘buenas’ acciones — actúa ahora y tu ‘bondad’ se verá potenciada con bendiciones adicionales. Hay cosas que no dan puntos; nimiedades como abordar las causas objetivas de la pobreza o buscar cambiar los sistemas que perpetúan la desigualdad nunca entran en consideración. Es casi como si lo que el Corán entiende por buenas acciones estuviera desactualizado unos 1400 años, o algo.
El momento más importante del ramadán es la Noche del Destino, la noche en la que se supone que el Corán bajó de los cielos por primera vez, y que sus primeros versos fueron inventados por revelados a Mahoma. A pesar de su importancia, y de la supuesta inspiración divina del Corán, los musulmanes no tienen ni idea de cuándo ocurrió esto exactamente, sólo que fue una de las últimas cinco noches impares del mes. Según el relato islámico, dios le dijo a Mahoma la fecha exacta en un sueño; sin embargo, cuando este le fue a transmitir la fecha a sus seguidores, vio a dos de ellos peleando y eso hizo se le olvidara la fecha. En todo caso, la sura correspondiente dice que las recompensas por ayunar y rezar durante la Noche del Destino se multiplicarán más de lo que sería la suma de las recompensas de mil meses de oración. Es como un premio gordo espiritual, en el que una sola noche vale más de 83 años de recompensa. No está claro en qué consisten exactamente esas recompensas, ni cómo se verá más beneficiado alguien que rece y ayune en 20 Noches del Destino frente a alguien que sólo lo haga en 10.
Una vez terminado el ramadán empieza el mes islámico de shawwal. En el islam sólo hay dos días festivos, y el primer día de shawwal es uno de ellos — el día se celebra con otra comilona (Eid), que marca el final del mes de ayuno obligatorio durante las horas de luz; y de hecho está prohibido ayunar en este día… que no es que mucha gente lo fuera a hacer en todo caso, pues llevaban un mes salivando de pensar en el festín que se darían una vez terminada la abstinencia, y no iban a dejar pasar la oportunidad.
Y así millones de musulmanes regresan a una vida libre del ayuno y sus privaciones; casi 320 días en los que tan sólo tendrán que abstenerse de comer cerdo y sus derivados, de tener relaciones sexuales por fuera del matrimonio heterosexual, apostatar, de hacer demostraciones públicas de afecto, chocar los cinco con una persona del otro sexo, ir al casino, comer carne de animales que murieron de causas naturales, consumir licor, ingerir carne de animales carnívoros o aves de caza, vestirse llamativamente, escuchar música con instrumentos, adorar estatuas, y algunas incluso deberán cubrir hasta sus rostros en público.