Desde 2011, la organización Humanists International publica cada diciembre el reporte Libertad de Pensamiento, un informe global sobre el estatus legal de los ateos, humanistas y no-religiosos en general en el mundo, y qué tanta discriminación se ejerció contra ellos durante los 12 meses anteriores.
Aunque el reporte puede tener algunos errores de registro (por motivos que incluyen que sólo se registra la discriminación formal, que algunos países tienen subregistro de casos, que Humanists International no cuenta con el suficiente personal, y que en muchos casos se logra el registro gracias al trabajo de voluntarios), el documento es una gran herramienta para hacerse más o menos a una idea de cómo trata el mundo a los ateos, humanistas, librepensadores y no-creyentes en general.
Las ediciones de años anteriores no han sido exactamente esperanzadoras — con honrosas excepciones, la tendencia en todo el mundo apunta a que existe un profundo sesgo sistemático y global contra los ateos, y a casi nadie parece importarle.
Esta semana Humanists International publicó el informe Libertad de Pensamiento 2022 y, para sorpresa de nadie, este año la discriminación e intolerancia contra los ateos gozan de buena salud todavía. Esta vez en particular, el reporte alerta sobre el precario estado del laicismo en el mundo:
La investigación de Humanists International expone que sólo el 4% de la población mundial vive en sociedades que son verdaderamente laicas, donde existe una clara separación de las autoridades religiosas y políticas, que no discriminan a ninguna religión o comunidad de creencias.
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El Informe sobre la Libertad de Pensamiento de Humanists International, que ya va por su 11ª edición, pone al desnudo los efectos de la ausencia de laicismo estatal sobre los no-religiosos, exponiendo que, cuando este es puesto en tela de juicio, los no-religiosos son susceptibles de enfrentarse a las más graves violaciones de sus derechos humanos.
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Según las investigaciones de la organización, el 70% de la población mundial vive en países donde la expresión de los valores humanistas está severamente reprimida; donde la plena realización del propio derecho a la libertad de religión o creencia es imposible. El resultado: penas severas para la apostasía; mayor probabilidad de que se perpetúen prácticas tradicionales nocivas; nacionalismo religioso que afianza los valores conservadores en la sociedad.
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A través de 10 capítulos por países, la Edición de Países Clave de este año demuestra la progresiva supresión del principio de laicismo en todo el mundo, y con ello un declive en la protección de los derechos humanos.
En resumen, aunque cientos de países son nominalmente democracias, muy pocos están dispuestos a practicar el laicismo, ese requisito fundamental de toda democracia que se respete, que no es más que la absoluta y total separación del Estado y las religiones. Vaya, que tienen claras sus prioridades, pues en vez de ser democracias de verdad, prefieren seguir matándonos y violando nuestros derechos por pensar diferente.
Yo no me hago demasiadas ilusiones de que las cosas vayan a mejorar — y como la comunidad atea global está hecha añicos, básicamente hemos quedado a la merced de los teócratas, y no contamos con la suficiente masa crítica (ni mucho menos voluntad política) para hacernos respetar.
Seguiremos monitoreando cómo se van desmantelando a pasos agigantados las escasas garantías de nuestros derechos humanos que alguna vez conquistamos.
Para seguir esta crónica de una muerte anunciada, Humanists International revisa y actualiza cada año a un número determinado de países; y cada país es reexaminado por lo menos cada cinco años — este año, la organización ha publicado su calendario de actualizaciones y entre los países que revisarán en 2023, creo que vale la pena seguirle la pista a Australia, Canadá, Islandia, Irán, Corea del Norte, Rusia, Suecia y Taiwán.
Desde antes de la última actualización respectiva, Bélgica, Países Bajos y Taiwán han venido ocupando el primer lugar el primer lugar del informe, como los únicos lugares del mundo donde se respetan plenamente las libertades de opinión y conciencia; y las teocracias musulmanas, junto con las dictaduras china y norcoreana ocupan los últimos lugres del informe.
A ver quiénes se les unen el año entrante.