Hace unos días la prensa en inglés y español se hizo eco del supuesto hallazgo de que uno pierde 36 minutos de vida con cada perro caliente (o hot dog) que se coma.
La reportería científica en este caso dejó mucho que desear. El presunto dato viene de un estudio de la Universidad de Michigan publicado en Nature Food que analizó más de 5.800 alimentos comunes en las dietas de los americanos y la cantidad de vida saludable que se gana o se pierde después de comerlos. Pero la conclusión de los 36 minutos es una simplificación absurda a la que sólo se puede llegar torturando los datos. Veamos por qué.
El artículo intentaba cuantificar los efectos agregados del consumo de alimentos asignando un número del Índice Nutricional de Salud a las diferentes categorías de alimentos, lo que permitiría trazar el promedio de vida de alguien basándose únicamente en su dieta (que no es una medida especialmente precisa en primer lugar), usando para ello los datos de consumo de diferentes personas.
No es que si uno se come medio perrito caliente entonces se le deduce un cuarto de hora de vida, no. Es más que “si tu dieta es 20% frutas y verduras, 30% carne roja, 30% carbohidratos y 20% otros”, entonces corresponde a una ubicación en un gráfico, que es una correlación basada en los datos disponibles.
Encima de eso hay que tener en cuenta que el metabolismo de cada persona es diferente, y que los estilos de vida también juegan un papel fundamental en la esperanza de vida.
Así que resulta que si Michael Phelps se come un perro caliente cada 29 de febrero, pues su esperanza de vida no se va a ver radicalmente afectada, mientras que alguien con la dieta y el estilo de vida de Pilón podría ver su longevidad más afectada.
Es casi como si comer más saludable estuviera relacionado con vivir más tiempo, o algo. Claro que un titular así no genera clicks.
(imagen: Jessica Loaiza)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio | ¿Te ha gustado este post? Síguenos o apóyanos en Patreon para no perderte las próximas publicaciones
