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Epístolas sobre libertad de expresión y límites del humor

 

Desde que Alejandro Vázquez Azpilicueta fue invitado al podcast Herejes al episodio sobre los límtes del humor, supe que me caería bien — durante todo el episodio estuve asintiendo y agradeciéndole su defensa integral de la libertad de expresión. Pocas veces tengo la oportunidad de coincidir tanto con alguien a quien no le puedo dar retroalimentación inmediata; es una experiencia muy grata, especialmente en los tiempos que corren.
Tras publicar mi reseña sobre el podcast, Alejandro se puso en contacto conmigo y entablamos una conversación sobre libertad de expresión y los límites del humor.
Consideramos que el intercambio podría ser de interés para más personas, así que acudimos a la red social Letter, creada con el propósito específico de que las personas puedan intercambiar puntos de vista honestamente, ofreciendo contexto y argumentos, en vez de conclusiones gratuitas — Letter es lo contrario a Twitter: mientras la red del pajarito sólo permite 280 caracteres y está diseñada para causar subidones de dopamina a punta de hacer las interpretaciones menos caritativas, Letter pretende recuperar las ventajas de la comunicación epistolar de antaño, donde las personas se extendían para ofrecer argumentos y trenes de pensamiento coherentes — cada carta tiene un límite de 1000 palabras. Mi primera experiencia en Letter fue con mi amiga Gretchen Mullen, con quien discutí sobre cómo el posmodernismo destruyó el movimiento ateo (o nuevo ateísmo).
A la hora de escribir estas líneas, con Alejandro hemos intercambiado un total de cinco cartas en las que hemos explorado los más recientes episodios de censura y los constantes ataques bajo los que se encuentra hoy en día la libertad de expresión, entre los que hemos examinado la tendencia de decir que las palabras son violencia (y su mantra gemelo, de que el silencio también es violencia), la intolerancia promovida e impuesta desde el New York Times, el debate sobre si el Estado es el único que puede ejercer censura o si los ciudadanos privados y las empresas también pueden incurrir en ella, hablamos sobre lo absurdo de no tener en cuenta el contexto y la intención a la hora de juzgar algo como racista, mencionamos cuál creemos que es la mejor comedia de televisión (está entre Community y The Office), hablamos sobre el delirio de que los actores de voz sean de la etnia de los personajes, y el problema que supone la cultura de la cancelación, en inglés cancel culture, para una sociedad libre y democrática — aquí hay unos cuantos extractos de nuestras cartas, aunque los invito a leer todo el intercambio:

El humor busca hacernos reflexionar. El humor más horrible es el que más nos hace pensar sobre nosotros mismos. Nunca es el culpable. Cuando Chumel [Torres] dice “Paraguay no existe”, no se está riendo de Paraguay, Es obvio que el sabe que existe. Está riéndose de la educaciòn de los países de latinoamérica, que es tan pobre en enseñarnos las realidades de nuestros países hermanos. Quien crea que Chumel lo dice en serio, no puede culpar al humor, sino a su propia incapacidad de comprenderlo. Pero si quien lo escucha, puede reflexionar acerca de su propio desconocimiento sobre Paraguay, e intentar solucionarlo, entonces ya el humor cumplió su objetivo.

Nunca podemos festejar que se limite la palabra. Puesto que los vientos cambian de rumbo, y la próxima, le puede tocar a quienes piensan como nosotros. Y, en los países totalitarios, no hay debate, porque el que no piensa igual, no puede expresarse. La falta de canales para expresar nuestras palabras, es violencia. Si queremos debate, necesitamos ideas disonantes. El progresismo le está haciendo el juego a los totalitarios, cuando se pierde en la telaraña de la correcciòn política

 

[…]

 

[L]os motivos por los que creo que el lema de que las “palabras son violencia” es tan problemático […] se podría[n] reducir a dos cargos: el primero es que rehabilita la noción de que las palabras pueden alterar el curso de los eventos materiales, que es una forma de pensamiento rudimentaria, a la altura de lanzar hechizos y encantamientos — no en vano, se llama pensamiento mágico. Volver a esta forma de pensamiento primitivo del que a nuestra especie le costó horrores salir no puede ser descrito sino como traición intelectual.

El segundo cargo es que realmente es una excusa para la violencia: si a la violencia se responde con violencia, etiquetar así a las palabras realmente viene a decir es que es legítimo responder con violencia a las expresiones de ideas que nos disgustan. Así, los abogados defensores empezarán a ganar todos los casos diciendo que su cliente simplemente estaba ejerciendo su legítima defensa

 

[…]

 

[L]a actriz Alison Brie, escribió una sentida carta en sus redes sociales, pidiendo disculpas por haber hecho el doblaje, durante la totalidad de la serie “Bojack Horseman“, de un personaje Vietnamita. Alega, en su nota, que se arrepiente de como al aceptar el rol, no permitió que una actriz vietnamita hiciese el doblaje, dando una representación más apropiada de un personaje de esa ascendencia. […] Siguiendo la lógica de su carta, es decir, que en una animación, solamente puede una persona de etnia apropiada, representar a un personaje de dicha ascendencia, deberemos entender que no pueden doblarse más series, programas, o películas, a ninguna otra lengua. Estoy seguro que, en Vietnam, no consiguieron a norteamericanos para doblar, al vietnamita, al resto de los personajes de Bojack. Más aun, estoy seguro que para doblar al swahili a cualquier film sueco, quienes hacen las voces, son negros. ¿Cómo resuelve la corrección política estas cuestiones?

En este momento Alejandro está redactando su próxima carta, aunque puede que tome unos días en tenerla lista, pues fue invitado a ser anfitrión del podcast Herejes a partir de la segunda temporada, así que va bien de responsabilidades. (Por cierto, el episodio en el que Alejandro se estrenó como anfitrión fue sobre cultura de la cancelación, y es toda una joya.)

Entre los temas que quiero traer a la conversación en las próximas epístolas se encuentran el concepto de discurso del odio, la libertad de expresión como requisito para combatir la desinformación y el desafío de hacer eso en la era de las redes sociales, la inadecuada respuesta institucional a expresiones intolerantes (por ejemplo, países que impiden la entrada a algunas personas con ideas cuestionables), la libertad de expresión frente a los piropos callejeros y la presunta objetificación, el caso de las canciones machistas, la exigencia de que todo el humor sea contrapoder (lo que en inglés llaman punching up), y la autocensura.

Si alguien tiene sugerencias de otros temas que podríamos tratar, la sección de comentarios de este post está abierta. Quienes quieran recibir una notificación cada vez que Alejandro o yo enviamos una nueva carta, también pueden suscribirse a nuestro intercambio epistolar.

Y, como buena red social, si abren una cuenta en Letter, igualmente pueden entablar sus propios intercambios epistolares tanto con Alejandro como conmigo. (Por supuesto, cada uno se reserva el derecho de acceder a empezar la conversación propuesta o no.)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio | Apóyanos en Patreon

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