En 2010, por cuenta del estudio de Nyhan y Reifler, nació el concepto de efecto contraproducente (o backfire effect), que más o menos venía a decir que cuando alguien tiene una creencia muy arraigada, tratar de corregir esa creencia u ofrecer información que atentara contra la misma lo único que haría sería fortalecer esa creencia — en su momento lo explicamos aquí. En 2012, Nyhan, Reifler y Ubel condujeron otro estudio con 900 sujetos, que volvió a encontrar que existía el efecto contraproducente.
Aunque la hipótesis del efecto contraproducente se extendió como la pólvora, se siguieron realizando estudios al respecto, y ahora tenemos un nutrido cuerpo de evidencia que disputa su existencia.
Por ejemplo, en 2016,
Wood y
Porter realizaron
cinco experimentos con más de 10.000 sujetos y 52 temas con el potencial de generar un efecto contraproducente, y sin embargo, lo que encontraron fue que en general, los
ciudadanos prestan atención a la información fáctica, incluso cuando dicha información desafía sus compromisos ideológicos. En otro
estudio en 2018, Nyhan, Reifler, Wood y Porter pusieron a prueba dos afirmaciones de
Donald Trump entre republicanos y demócratas durante las elecciones presidenciales de EEUU de 2016 y encontraron que el
fact–checking redujo las percepciones erróneas tanto entre republicanos como demócratas.
En 2019, la organización británica Full Fact analizó la mejor evidencia disponible hasta el momento (un total de siete estudios) sobre el efecto contraproducente y encontró que los hallazgos de los dos primeros estudios —en 2010 y 2012 respectivamente— no pudieron ser replicados en cinco estudios posteriores, y que contrastar los hechos sí ayuda a informar a los ciudadanos, a pesar de que las creencias políticas todavía pueden influir en el grado de éxito que pueda tener la corrección de la desinformación.
En agosto de 2020 se publicó
un metaanálisis que estimaba la eficacia de corregir información errónea relativa a la salud en redes sociales y constató que la
corrección a menudo puede mitigar la influencia de la desinformación, aunque el tamaño del efecto suele ser entre pequeño y moderado. El efecto combinado fue similar al que han encontrado otros metaanálisis que se estimaron la eficacia corregir la desinformación sobre crimen, política y ciencia en redes sociales:
[A]unque todavía hay mucho que aprender, los resultados del presente estudio son motivo de optimismo. La gran mayoría de las intervenciones correctivas tienen al menos cierto éxito en la disminución del impacto de la desinformación, y nuestros hallazgos sobre los factores moderadores deberían informar las futuras investigaciones para diseñar contramedidas eficaces. Los continuos esfuerzos de la comunidad investigadora en general sólo refinarán aún más nuestra comprensión de las mejores prácticas para hacer frente a la amenaza que representa la desinformación sobre la salud en redes sociales
Para quienes apostamos por un mundo más racional y con opiniones basadas en la mejor evidencia disponible, esto es una buena noticia — nuestro panorama acaba cambiar de “cualquier cosa que hagamos reforzará las creencias irracionales” a “combatir la desinformación funciona (un poquito)”.