Desde que en 2017 apareció la Marcha por la Ciencia, mi ilusión inicial se convirtió rápidamente en frustración cuando vi que sus organizadores están más interesados secuestrar el interés por la ciencia para avanzar surtidas agendas políticas reaccionarias, que hasta ahora han incluido el disparate de la interseccionalidad, la defensa del Daesh, el buensalvajismo, la corrección política (!) y una incontenible diarrea retórica sobre lo que quiera que sean las malvadas “estructuras de opresión” y cómo el hecho de que grupos históricamente discriminados no hagan tantas contribuciones a la ciencia necesariamente se traduce algún tipo de intolerancia institucional y deliberada en la ciencia (?). Sí — es en serio, dicen eso.
Todos estos sinsentidos tienen un común denominador: es posmodernismo. Y si fuéramos a resumir el posmodernismo en una sola frase, esa sería que la realidad objetiva no existe.
Así que para sorpresa de nadie, para la Marcha por la Ciencia 2020, el capítulo de Nueva York (la Marcha principal) anda compartiendo un artículo sobre cómo la la objetividad es mala, porque sí:
“‘STEM loves ‘objectivity,’ which often means erasing the humanity of the people who actually do STEM work in favor of a ‘neutral’ adherence to the status quo and [to the] existing structures of power in the academy.’”@ladyxsciencehttps://t.co/OUwGlmipA0
— March for Science NYC #VirtualEarthDay50 (@sciencemarchnyc) May 11, 2020
“STEM ama la ‘objetividad’, lo que a menudo significa borrar la humanidad de las personas realmente trabajan en STEM en favor de una adhesión ‘neutral’ al statu quo y [a las] estructuras de poder existentes en la academia.”
El artículo es una oda a la insensatez por parte del estudiante de secundaria trans y discapacitado Jared Sparrow, quien dice que la ciencia es mala-malota, porque los arquitectos y diseñadores de laboratorios no tienen en cuenta a las personas discapacitadas como él y, eso, de alguna forma, es culpa de la ciencia y de la idea de que la realidad objetiva existe.
Ahora bien, quienes hemos tenido la desgracia de cruzarnos con el posmodernismo y su desprecio por los valores ilustrados estamos familiarizados con el uso y abuso que hacen de la estrategia retórica de la torre y la colina: avanzar una postura descabellada y radical (la colina, lo que realmente quieren decir: que la objetividad es mala) detrás de una postura que incluso puede llegar a ser racional y razonable (la torre, algo con lo que alguien difícilmente estaría en desacuerdo: que es deseable mejorar la facilidad de acceso para los discapacitados).
Y así, la Marcha por la Ciencia 2020 terminó apostando contra la objetividad, que ya es el colmo del mundo al revés, porque si hay una premisa sobre la que se basa toda la empresa científica —que ha permitido que lleguemos a la Luna y pongamos robots en Marte, o que podamos hacer videollamadas con nuestros seres queridos durante el cierre por coronavirus—, esa sin duda alguna es la premisa de que existe una realidad objetiva que compartimos y que podemos conocer, y cuyo conocimiento nos permitirá mejorar nuestras interacciones con la misma.
“Pero David“, ripostarán algunos, “eso sólo es la Marcha por Nueva York; esta no es la postura de la Marcha por la Ciencia“.
Pero es que sí lo es: no sólo porque la Marcha haya nacido en Nueva York y ese sea su capítulo principal, sino porque la Marcha por la Ciencia nació como una iniciativa anticientífica, y es algo que se sigue viendo reflejado en sus plataformas. Desde 2017, la Marcha por la Ciencia (la general, la que convoca a todos los capítulos) ha incluido una lectura posmoderna del mundo en su Misión — esta es la versión 2020:
Reconocemos que la ciencia puede ser explotada para perpetuar los daños y reforzar la opresión. Nos comprometemos a desafiar las estructuras de poder que están dentro de las comunidades científicas y causan daño.
[…]
Todos debemos ser creativos, atrevidos y valientes para lograr un cambio transformador y desafiar el poder. Pedimos consejo — no permiso. Apoyamos una variedad de tácticas. Enfatizamos y facilitamos la organización de abajo hacia arriba. Nos esforzamos por ser un movimiento inclusivo con un liderazgo diverso.
[…]
Trabajamos para asegurarnos de que las voces de las personas más afectadas sean escuchadas. Nos damos cuenta de cómo funciona el privilegio y nos esforzamos por desmantelar las jerarquías de poder mientras construimos intencionadamente espacios para una participación más equitativa en el trabajo del movimiento.
[…]
Entendemos que la ciencia no opera en el vacío y está intrínsecamente conectada e influye en muchos asuntos de la sociedad. Para construir un futuro en el que todos compartamos los beneficios de la ciencia, debemos trabajar con determinación y en solidaridad con los movimientos aliados que trabajan por la justicia social.
Cualquier persona que haya estado prestando atención en los últimos años, sabe que “justicia social” es código para una sarta de posturas reaccionarias ideológicamente motivadas y alarmantemente intolerantes.
Creo que se puede decir más fuerte pero no más claro: a la Marcha por la Ciencia le trae al pairo la ciencia. Realmente se trata del secuestro del amor a la esta por parte de una ideología cavernaria, para avanzar una agenda patentemente anticientífica.
Sin embargo, lo verdaderamente triste de todo esto es que científicos desinteresados y amantes de la ciencia honestos de todo el mundo hayan caído en la trampa durante los últimos cuatro años.
(vía James Lindsay | imagen: Facebook)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio | Apóyanos en Patreon