Una de las reliquias más populares del mito judeocristiano es la del ‘Santo’ Grial: una copa que [spoiler alert!] el personaje principal, Jesucristo, usó para compartir vino con sus amigos durante la Última Cena. Luego, Jesús es crucificado y un soldado le clava una lanza; se dice que la sangre de esa herida fue recogida por José de Arimatea en el mismo cáliz. El Grial, además, tiene un lugar en la cultura popular gracias a películas como Los Caballeros de la Mesa Cuadrada de Monty Python e Indiana Jones y la Última Cruzada.
Sin embargo, el Grial no es mencionado en la Biblia o en ninguna otra parte durante el primer milenio de cristianismo. De hecho, durante los primeros 1200 años de esa religión, hablar del ‘Santo’ Grial habría tenido tanto sentido como hablar de las Infinity Stones antes de que Stan Lee fuera nombrado presidente de Marvel — simplemente no habían sido inventadas.
La leyenda del ‘Santo’ Grial ni siquiera empezó con el cristianismo, sino con la leyenda artúrica — en 1136, el clérigo galés Geoffrey de Monmouth publicó Historia Regum Britanniae, una serie de volúmenes sobre la historia de los reyes británicos, en la que incluyó al invencible Rey Arturo a partir de fragmentos de poemas galeses y celtas. En su obra, de Monmouth también incluyó a Merlín, Ginebra, Uther Pendragon (el papá de Arturo), Morgana y Mordred (archienemigo de Arturo, que a la vez era hijo suyo y de Morgana).
En 1160, Robert Wace tradujo la serie de de Monmouth al francés, y además se tomó algunas libertades literarias, como la inclusión de la Mesa Redonda y cambiarle el nombre de la espada de Arturo, rebautizándola Excalibur. La versión de Wace fue bastante popular entre los poetas franceses, quienes también le agregaban y quitaban cosas al gusto del artista, y se inventaban aventuras en el mundo de la corte del Rey Arturo.
Treinta años después de la traducción de Wace, el poeta Chrétien de Troyes escribió Perceval y la leyenda del grial, épica en la que la corte del Rey Arturo sale en busca del grial para poder restaurar su honor. Infortunadamente, de Troyes murió sin concluir su obra, así que no está claro que el grial fuera una copa o cualquier otra reliquia — era un recurso literario que de Troyes usó como objetivo de una misión para sus personajes, sin nunca llegar a especificar en qué consistía. La muerte de de Troyes se prestó para que otros autores intentaran finalizar su obra inconclusa, lo que resultó en una explosión de épicas sobre Perceval y el grial.
En 1485 un Sir Thomas Malory reintrodujo la corte del Rey Arturo en la caballeresca de habla inglesa con su traducción de la literatura artúrica hasta el momento, a la cual Malory le incluyó sus propias expansiones en La muerte de Arturo. Parte de las licencias literarias que se tomó Malory incluyeron la descripción del grial como una copa de oro sagrada que Jesucristo había usado la Última Cena y donde luego se había recogido su sangre mientras colgaba de la cruz. Fue Malory quien mezcló la leyenda artúrica con el mito judeocristiano, y durante los siguientes siglos, el grial se convirtió paulatinamente en parte del canon cristiano.
Entre 1972 y 1979, el programa de ‘documentales’ Chronicle de la BBC transmitió tres episodios escritos y presentados por Henry Lincoln, en donde se abusa groseramente del hecho de que dos términos en francés antiguo se escribían de forma parecida: san–greal (plato sagrado) y sang real (sangre real). Según Lincoln esto significa algo más aparte de que un grupo de siete letras permiten formar varios grupos de palabras en un mismo idioma; así que —obvio— Lincoln junto con dos amigos conspiranóicos más, Michael Baigent y Richard Leigh, decidieron darle rienda suelta a su imaginación, y terminaron publicando el libro El enigma sagrado, en el que proponen que el ‘santo’ grial realmente se refería al linaje real, descendencia de Jesucristo y María Magdalena, y que la forma de cáliz del Grial podría ser una metáfora alusiva al útero, con la misma forma de la letra V.
Como buenos cristianos, Lincoln et al procedieron a señalar que hay mensajes sagrados ocultos detrás de toda intersección de dos líneas que pudieron encontrar, incluida la pintura de La Última Cena de Leonardo da Vinci. Unos años después, el escritor Dan Brown retomó la conspiranoia de estos tres y la dramatizó para su libro El código Da Vinci, del que luego harían una película protagonizada por Tom Hanks.
Siempre es chistoso ver que aunque podemos ubicar con precisión clínica el punto del espacio-tiempo en el que el ‘Santo’ Grial empezó a existir como concepto, y podemos ver la evolución histórica de la épica caballeresca que desembocó en la noción de un cáliz sagrado, todavía encontramos que en diferentes partes del mundo afirman tener el verdadero grial, e incluso compiten entre ellos por los guiños de aprobación vaticana.
Ya puestos a elegir, yo me quedo con las primeras versiones nombradas en este post: la de Indy y la de Monty Python, donde la suspensión de la incredulidad no se apodera de nuestras facultades críticas y mantenemos la habilidad de distinguir entre la realidad y la ficción.
(vía Skeptoid | imagen: Pinterest)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio