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Charlatana Mabel Torres, primera Ministra de Ciencia en Colombia

Yo, sinceramente, he tratado de enfocarme en asuntos mas globales y no escribir tanto sobre Colombia porque, al fin y al cabo, lo de Colombia ya sabemos cómo terminará: spoiler alert — en Colombia siempre ganan la superstición y el chovinismo.

Por eso es muy fácil hacer predicciones sobre el país. Por ejemplo, a finales de 2019 el gobierno de Ivan Duque elevó el botín burocrático que era Colciencias a la categoría de Ministerio.

Aunque todos se daban palmaditas en la espalda porque el país ahora contaría con más presupuesto para la “ciencia”, yo opté por el escepticismo y sugerí que no resultaría extraño si desde el Ministerio se fueran a promover las ideas más patentemente anticientíficas, como la religión y la pseudociencia.

Mi cinismo, valga la aclaración, está lejos de ser infundado. Por mencionar tan solo algunos ejemplos, en Colombia contratan chamanes para que no llueva durante posesiones a cargos públicos, los senadores y representantes ocupan su tiempo en afanarse por la supuesta actividad fantasmagórica del Congreso, la Vicepresidente considera que el conocimiento por el sólo placer del conocimiento en sí mismo no es más que vanidad, se despilfarran recursos públicos en religión cual Angelina Jolie en procesos de adopción, se glorifica a unos cuantos intelectuales y se les pone en una misión de ‘sabios’ que no sirve para nada y cuyas conclusiones terminan recogiendo polvo en anaqueles que nadie mirará nunca más, la comunidad científica y académica colombianas se montan en la política pública antiglifosato de la administración pasada en directa contravía de lo que dice la mejor evidencia disponible al respecto y la postura de la comunidad científica global, la charlatana que se forró con un pseudodocumental sensiblero y populista plagado de mentiras y medias verdades quejándose de que el Gobierno quemara toneladas de arroz envenenado para que nadie muriera terminó siendo galardonada con un Premio Nacional de Periodismo, y la plataforma de divulgación científica del departamento administrativo de la ciencia —ahora vuelto Ministerio— no ha sido en lo absoluto tímida en la promoción de la religión y las pseudociencias. Así que para mí es difícil imaginar que hay una tierra mas fértil para las creencias irracionales y las mentiras interesadas que Colombia.

Así que, razoné yo, sólo era cuestión de tiempo para que a algún funcionario con ideología se le subiera el poder a la cabeza y le diera por usar lo que le pertenece a todos los colombianos para promover sus creencias irracionales particulares. Mis cálculos más liberales le daban medio año al recién creado y pomposo Ministerio de la ‘Ciencia’ para que se pervirtiera en favor de la agenda del siguiente debilucho mental con poder.

Un mes.

Ni en mis pesadillas más salvajes se me habría ocurrido que todo lo que tardaría en subvertirse el Ministerio de ‘Ciencia’ en Colombia en favor de la anticiencia sería un mes, pues quien estrenó la cartera de Ciencia en el país, una tal Mabel Torres, fue nombrada Ministra tan sólo un mes después de que el cargo fue creado. Pues resulta que Torres es una señora que se inventó un batido que supuestamente cura los cánceres (todos, aparentemente) y que no ha tenido empacho en dárselo a pacientes oncológicos sin que esos batidos hayan superado la más elemental prueba de eficacia ni una de inocuidad:

La ministra se saltó todos los pasos del desarrollo de un producto farmacéutico a partir de plantas medicinales. Según ella, porque “había una sola manera de probarlo, y era ver cómo funcionaba en pacientes”. Acepta que le surgió “una pregunta ética y era cómo le damos esto a un paciente sin que esto lo afecte sin pasar por todos estos estudios clínicos y preclínicos que necesitan todas las fases de investigación”.

Confiesa que quería “avanzar en este proceso y poder ayudar, porque si no nos vamos a quedar esperando los 10 años de los estudios”. Justifica su decisión argumentando que “tenía una herramienta y un soporte muy importante y es que ya estaban hechos los estudios de toxicidad de [el hongo] ganoderma, que ya había en el mercado algunos productos, que Asia lo viene usando desde hace 2.000 años y, por lo tanto, para mí el tema ético desapareció”.

Cuenta que la primera interacción con un paciente fue por teléfono. “Me llamó y me dijo: mire doctora, encontré su número en tal parte, mi padre tiene un melanoma y a mí me gustaría… Le dije: eso no es nada probado, pero yo tengo la evidencia científica del número de metabolitos que tiene, de la concentración de los metabolitos, de lo que pueden hacer en el organismo, pero no tengo experiencia con ningún paciente. Él me dijo: no importa, doctora, yo me lo tomo. Ahí fue cuando yo empecé después de dirimir todos estos temas éticos a probar. Después de tres meses la persona me llamó y me dijo: doctora,, mi papá ya no tiene cáncer. Y empezamos con estudios a profundizar”.

Fue así, dice, como empezó a “sistematizar los datos y anecdotarios, teniendo los diagnósticos oncológicos y teniendo análisis de química sanguínea, teniendo todo el panorama del paciente”. Una vez más, nada de esto ha sido publicado. Según ella, tiene miles de datos almacenados en su computador que publicará cuando sea necesario, y no lo ha hecho porque está pensando en un proceso de patente.

Afirma que logró “varias resoluciones (la palabra que en el argot de los oncólogos se usa para decir que desapareció un cáncer). Tuvimos una persona que tenía una metaplasia de cérvix que le había hecho metástasis en seno, le había hecho metástasis en el cuerpo. Nos dimos cuenta de que el cáncer encapsuló estos tumores y, hasta este momento, hace siete años la persona está libre de cáncer. Así empezamos con pacientes y sobre todo con un profundo respeto y claridad con el paciente: no sabemos esto cómo va a funcionar en su tipo de cáncer. Mi indicación es que no deje su quimioterapia, pero podemos probar a ver qué pasa”. Dice que ha hecho esto con 14 o 15 pacientes.

[…]

Lina Trujillo, ginecóloga-oncóloga del Instituto Nacional de Cancerología, ha escuchado del uso de este hongo entre algunos pacientes, pero es enfática en que no existe evidencia científica para pensar que tiene alguna utilidad en cáncer: “La introducción de nuevas terapias requiere un proceso muy serio de investigación: demostrar que es seguro y eficaz, pero cumpliendo todos los estándares éticos. Se requiere un aval y una discusión entre expertos de cada área y la certificación de las entidades regulatorias”.

Su colega Raúl Murillo, exdirector del Instituto Nacional de Cancerología y ahora director del centro de oncología de la Universidad Javeriana, cuenta que “el ganoderma es muy popular entre los pacientes”. Tanto que unos meses atrás, con otros médicos, revisaron la mejor evidencia médica publicada en el mundo sobre este tema, sin encontrar ningún respaldo serio.

El trabajo más importante de evaluación de este asunto lo llevaron a cabo Xingzhong Jin, de la U. de Tasmania; Julieta Ruiz Beguerie, de la U. de Buenos Aires; Daniel Man-yuen Sze, de la U. RMIT en Australia, y Godfrey Chan, de la Universidad de Hong Kong, quienes analizaron los artículos científicos sobre ganoderma publicados entre 1980 y 2016.

De los 257 trabajos que identificaron en los que se estudiaban los efectos clínicos del Ganoderma lucidum, como la supervivencia a largo plazo en pacientes con cáncer, la respuesta tumoral, las funciones inmunes del huésped y la calidad de vida, así como los eventos adversos asociados con su uso, al final se quedaron tan solo con cinco que cumplían sus criterios de selección.

“A pesar de que los estudios preclínicos han establecido propiedades antitumorales prometedoras del extracto de Ganoderma lucidum, los resultados de este metanálisis no confirman de manera concluyente los hallazgos de estudios anteriores. El uso de Ganoderma lucidum solo no demuestra beneficios clínicos significativos para lograr una mejor respuesta tumoral”, concluyeron. Tampoco se pudo demostrar que el uso de ganoderma aumentara la actividad de las células asesinas naturales (NK), que se ha sugerido que es un indicador de defensa personal contra las células tumorales.

Para Murillo, la evidencia científica sobre ganoderma, simple y llanamente, “no es significativa”. “No sé por qué los pacientes son tan proclives a los testimonios y a lo que ven en Youtube. Ahora, que aparezca la ministra de Ciencia diciendo algo similar tiene un poder de convencimiento increíble en los pacientes. Es un tema muy complicado y delicado”, responde.

Anda, mira por dónde: hacemos un batido a partir de nuestro hongo favorito, ni nos molestamos en averiguar si eso funciona (y/o si tiene efectos secundarios graves y permanentes, o contraindicaciones, o cuáles deben ser las dosis), lo disfrazamos de medicina contra el cáncer y lo empezamos a repartir como si fueran dulces en Halloween. Y si 15 personas ‘dicen’ que se curaron, pues se curaron y ya. Ni controles, ni doble ciegos, ni tamaños de muestra decentes, ni remisiones espontáneas, ni mención de casos en los que no funcionó, ni revisión por pares, ni pollas en vinagre — el batido funciona porque 15 víctimas de la flamante nueva Ministra de Ciencia se ‘curaron’ según ella; ¡qué gran visionaria haberse saltado la molestia de esperar el proceso por el que deben atravesar los medicamentos de verdad!

Uff, esta señora es todo un ejemplo a seguir para los magufos de todo el mundo: se inventa que su producto cura el cáncer, no se molesta en probarlo, se consigue 15 casos anecdóticos, y ¡pum! es nombrada Ministra de Ciencia.

¿Lo ven? En Colombia siempre ganan la superstición y el chovinismo. Sólo espero que si el día de mañana la señora Torres o el magufo de turno que ocupe su ahora irrevocablemente manchado puesto sugiere que en vez de tratamientos de hemoglobina volvamos a las sanguijuelas, que nadie se sorprenda.

Lo único rescatable de todo este asunto es la gran investigación llevada a cabo por Pablo Correa, editor científico de El Espectador, y su fuerte defensa de la medicina (que no la hay si no es basada en evidencia). Después de la publicación del artículo de Pablo, la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (Ascofame) publicó un comunicado en el que se lamentan que “el derrotero de cómo hacer ciencia [en Colombia] haya quedado en manos de la pseudociencia”. Aunque no mencionan directamente a Torres o el Ministerio, algunos optimistas creemos que el comunicado se refiere al nombramiento de la Ministra magufa — si es así, kudos para ellos. Si no, igualmente, nunca está de más que las asociaciones académicas y profesionales defiendan la rigurosidad de sus disciplinas.

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** Actualizacion, 19/01/2020: Desde la denuncia del tratamiento pseudocientífico de la ministra Torres, la Liga Colombiana contra el Cáncer y la Asociación Colombiana de Ginecólogos-Oncólogos publicaron sendos comunicados cuestionando la actitud y decisión de Torres. El Espectador, a su vez, decidió publicar la entrevista a Mabel Torres en su totalidad, en donde aprendimos que la Ministra se saltó todos los pasos de publicación como un “acto de rebeldía“… que es la excusa de mal estudiante cuando es atrapado copiando en los exámenes. En cualquier caso, el gobierno de Iván Duque decidió respaldar a la Ministra-RBD y la van a dejar en el cargo ⁠— quod erat demonstrandum, en Colombia siempre ganan la superstición y el chovinismo.

** 2a Actualizacion, 22/01/2020: En entrevista con RCN Radio, la Ministra-RBD Torres dijo a la vez que no rechaza el método científico, pero que valora “otros métodos para adquirir conocimiento” —que es un rechazo tácito del método científico— y dijo que respalda el “conocimiento ancestral”, lo que quiera que eso sea, a pesar de que la señora no fue nombrada en el Ministerio del Conocimiento Ancestral sino en el de ‘Ciencia’. En la entrevista, Mabel Torres también comentó que tenía un producto crecepelo (!) — y si le dan más tiempo al aire habría prometido la cura contra la calvicie. Mientras tanto, la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Accefyn) publicó un comunicado en el que se une a los cuestionamientos a la charlatana. La cereza del pastel, sin embargo, vino por cuenta de un tal Jaime Restrepo Cuartas, quien admitió que no entiende cuál es todo el alboroto porque, aparentemente, invocar la “biodiversidad” y “productos naturales” es un encantamiento que permite echar por la borda los protocolos éticos de experimentación con seres humanos y de tratamiento a pacientes oncológicos, y tan panchos. ¡Y este tipo dirigió Colciencias y ha sido rector de dos Universidades! En serio, no es por decir “se los dije”, pero es que en Colombia siempre pagan bien la superstición y el chovinismo.

(imagen: Presidencia de Colombia)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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