Según la versión oficial, el Óbolo de San Pedro son las donaciones que la Iglesia Católica recibe de todo del mundo para llevar a cabo obras de caridad y ayudar a los pobres y a las comunidades más necesitadas.
Ahora, una investigación del Wall Street Journal encontró que de la totalidad de las donaciones, el Vaticano sólo destina el 10% a la caridad, mientras que utiliza el resto para cubrir su déficit de presupuesto (la noticia del WSJ está tras un muro de pago; aunque ha sido replicada por otros medios, como Forbes y CNBC):
Lo que la iglesia no anuncia es que la mayor parte de esa colecta, con un valor de más de 50 millones de euros (55 millones de dólares) anuales, se destina a tapar el agujero en el propio presupuesto administrativo del Vaticano, mientras que tan sólo el 10% se gasta en obras de caridad, según las personas que están familiarizadas con los fondos.
El poco publicitado desglose de cómo la Santa Sede gasta el Óbolo de Pedro, conocido sólo entre los altos funcionarios del Vaticano, está suscitando preocupación entre algunos líderes de la Iglesia Católica por el hecho de que se esté engañando a los fieles sobre el uso de sus donaciones, lo que podría perjudicar aún más la credibilidad de la gestión financiera del Vaticano bajo el mandato del Papa Francisco.
El Vaticano se encuentra actualmente envuelto en un escándalo por dudosas inversiones inmobiliarias en Londres, lo que ha desencadenado una lucha de poder dentro de la burocracia del Vaticano y ha llevado a la destitución de su principal regulador financiero. El mes pasado, el Vaticano fue suspendido de una red internacional de vigilancia contra el lavado de dinero.
Mientras tanto, la Santa Sede está luchando con un creciente déficit presupuestario, con el Papa advirtiendo a los cardenales del “grave impacto” sobre el futuro económico del organismo. Los continuos problemas financieros del Vaticano reflejan una falta de progreso en la mejora de su gestión y finanzas, que el Papa Francisco fue elegido en 2013 con el mandato de revisar, tras acusaciones de corrupción, despilfarro e incompetencia allí.
Si alguien realmente cree que el agua se puede convertir en vino, mutatis mutandi, aquello de “vende lo que tienes y dáselo a los pobres” se puede convertir en “toma de los pobres todo lo que necesites”. La gimnasia mental ya está ahí, y ni siquiera hay necesidad de sonrojarse.
(imagen: Instagram)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio