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Marcha por la Ciencia 2019: regresa el posmodernismo

En 2017, una de las respuestas a la elección de Donald Trump fue la organización de una Marcha por la Ciencia — en principio, esta es una buena idea, en vista de la voracidad de Trump por desarrollar políticas públicas populares que desafían el conocimiento humano acumulado. El asalto de Trump a la ciencia merecía una respuesta de esta magnitud; sin embargo, más pronto que tarde, resultó que quienes organizaban la Marcha por la Ciencia estaban más interesados en promover teorías conspiranóicas como la de la interseccionalidad y su filofascista interpretación de lo que es la “diversidad”, y en su celo ideológico llegaron a defender al Daesh y acusar a la ciencia de ser la directa responsable del lanzamiento de la bomba MOAB. Con esos defensores, para qué enemigos.

A pesar de esto —o, en parte como resultado; vaya uno a saber en estos días— la Marcha fue un éxito, así que hubo una convocatoria en 2018: esta vez escondieron un poco sus disparates woke, y prefirieron limitarse al buensalvajismo y la corrección política; de nuevo consiguiendo convocar a miles de personas.

Pues este sábado 4 de mayo —el mismísimo día de Star Wars— se llevará a cabo la Marcha por la Ciencia 2019 y, me temo, no traigo buenas noticias.

A primera vista, las dos páginas web oficiales de la Marcha (la general, y la de Nueva York) reflejan una organización y un evento relativamente decentes, pero basta con escudriñar más allá de la superficie para que las cosas se pongan turbias. Por ejemplo, la Marcha tendrá cuatro presentaciones principales, y las redes sociales de la Marcha están celebrando que su parrilla de conferencistas fue decidida según el tamaño de los gametos que producen — todas son mujeres, lo cual estaría bastante bien, si las cuatro hubieran sido elegidas exclusivamente por sus logros y credenciales, sin que los accidentes de nacimiento hubieran sido tenidos en cuenta. Pero, a juzgar por los posts de la Marcha, parece que eso fue lo primero y no lo último en lo que se fijaron.

Meet #MarchForScience's all-female #unapologeticallyfeminist keynote speakers. For more info head to: 👉https://t.co/ZHaqJGhO6K pic.twitter.com/WxVEPIpRYp

— March For Science NYC MAY 4 (@sciencemarchnyc) April 24, 2019

Conoce a las conferencistas principales de la #MarchaPorLaCiencia, todas son mujeres #abiertamentefeministas. Para más información ve a: marchforsciencenyc.com

Y aunque la Marcha dice ser no partidista, la inclusión de Aracely Jimenez-Hudis como una de esas cuatro mujeres abiertamente feministas resulta, cuando menos, curiosa, porque Jimenez-Hudis rechazó al Partido Demócrata en parte por haber buscado coaliciones bipartidistas con el Republicano (?); y hace activismo para promover el popular Green New Deal impulsado por la también bastante popular Alexandria Ocasio-Cortez. Uno de los vicios del Green New Deal, sin embargo, radica en su acérrima oposición a la energía nuclear, un tipo de energía que desde hace décadas sabemos que es segura y fiable y que, para colmo, necesariamente hace parte de la solución al cambio climático.

Si no pueden sacudirse la impresión de que a la hora de elegir entre la postura basada en la evidencia y el postureo, la Marcha por la Ciencia no se decantó por la primera, bienvenidos al club.

¡Y aún hay más!

Todos esos disparates sobre interseccionalidad y lo malévola que es la ciencia según los rasgos biológicos de quienes la han ejercido están de vuelta, casi intactos a como estaban en 2017. Para la muestra, la Política de Equidad e Inclusión de la Marcha por la Ciencia trae perlas como:

Los científicos y las personas que se preocupan por la ciencia son un grupo interseccional, que encarna una amplia gama de razas, orientaciones sexuales, géneros, habilidades, sistemas de creencias, edades, estatus socioeconómico y de inmigración. Nosotros, los organizadores de la marcha, representamos y nos solidarizamos con los científicos y defensores de la ciencia históricamente subrepresentados.

[…]

Reconocemos que la sociedad y las instituciones científicas a menudo no incluyen y valoran las contribuciones de los científicos de grupos subrepresentados. Los sistemas de privilegio influyen en quién se convierte en parte de la comunidad científica, qué temas estudiamos y quién los estudia y quién los enseña, y cómo aplicamos nuestro trabajo en la creación de nuevas tecnologías y en la elaboración de la política pública. Reconocemos que, históricamente y hoy en día, algunos esfuerzos científicos han sido utilizados para dañar y oprimir a las comunidades marginadas.

[…]

La ciencia en sí misma puede impulsar nuestras conversaciones sobre la importancia de la diversidad, ya que nos proporciona los datos para comprender cómo afectan el sesgo sistemático y la discriminación a nuestras comunidades y cuál es la mejor manera de cambiarla. Continuaremos mejorando nuestra comprensión de nuestras estructuras problemáticas, prejuicios y acciones para lograr un futuro más saludable para todos.

[…]

Para avanzar como comunidad científica, debemos reconocer explícitamente las numerosas contribuciones históricas y modernas de los miembros subrepresentados de nuestras comunidades, que a menudo se pasan por alto. Servimos mejor a todos cuando afirmamos que los esfuerzos y logros de las comunidades subrepresentadas son fundamentales para la creación y el mantenimiento de nuestra democracia, participamos en conversaciones difíciles, y mantenemos una comunidad científica abierta que celebra, respeta, incluye a personas de diversos orígenes, experiencias y perspectivas, y es responsable ante las comunidades marginadas.

Es posmodernismo aplicado básico. Para mí, queda claro que para la Marcha por la Ciencia primero viene la ideología y luego, si caben, los hechos no incómodos respaldados por la mejor evidencia disponible… que es una forma algo estrafalaria de pegarse un tiro en el pie: en mi lega opinión, la ideología, la única que realmente debería encontrarse en el corazón de una marcha por la ciencia es que los hechos —todos ellos, especialmente los inconvenientes— vienen primero, y luego nos formamos las opiniones.

Nada ni remotamente similar ha estado presente en los tres años de existencia de la Marcha por la Ciencia. Y para ideologías que sólo tienen en cuenta los hechos que le resultan incómodos a los demás ya tenemos la política, y todas las patrañas pseudocientíficas y anticientíficas con las que los divulgadores nos enfrentamos a diario.

Ya son tres años consecutivos en los que me niego a marchar por una caricatura de la ciencia, pervertida en favor de obvios intereses ideológicos con tintes autoritarios. Eso sí, marchar está en las prioridades de cada uno. Algunos considerarán que la Marcha vale la pena aún con todos sus defectos y otros no, y eso está bien. Sólo espero que si la apoyan lo hagan con conocimiento de causa, sabiendo de las posturas absurdas y patentemente anticientíficas de sus organizadores, y las inclinaciones de estos por cierta tendencia reaccionaria que se está poniendo de moda cada vez más.

Tanto si deciden marchar como si no, que por lo menos sea una decisión informada. Y que la Fuerza nos acompañe, a ver si algún día estos ‘defensores’ de la ‘ciencia’ espabilan y deciden ponerse en serio del lado de aquello por lo que dicen marchar.

(imagen: March for Science NYC)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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