Posiblemente haya pocas cosas más divertidas en el mundo del escepticismo que cuando los magufos conducen verdaderos experimentos científicos y los hallazgos contradicen sus creencias preestablecidas — le ha pasado a los antivacunas y a los homeópatas.
Y, bueno, también le ocurrió a los terraplanistas:
En este corto video, el youtuber Jeran Campanella pone dos postes separados por siete kilómetros de distancia y ubica en cada uno de ellos una lámina de poliestireno expandido cada una con un agujero en la mitad; el centro de cada agujero se encontraba a cinco metros sobre el suelo. El argumento de Campanella era que si se emitía una luz a través del primer agujero, aparecería en la cámara detrás del segundo agujero exactamente al mismo nivel. Si la luz se podía ver a través de ambos agujeros exactamente a la misma altura, se comprobaría que la luz había viajado a través de la superficie plana de la tierra y, por lo tanto, esta última no podría ser curvada.
Pero las cosas no resultaron así: Campanella sólo consiguió que la luz apareciera en cámara tras el segundo agujero cuando levantó la luz par de metros de más, demostrando —por n-ésima vez— que la superficie de la Tierra es curva. “Interesante“, dice Campanella.
El video es la última escena del documental Behind the Curve, que explora la comunidad de terraplanistas alrededor del globo. El documental es más bien un bodrio — al fin y al cabo es un camarógrafo siguiendo a un montón de hoi polloi que no hacen sino revolcarse en ese atributo de la mente conspiranóica que les satisface el sentido de superioridad moral por ser de los supuestos pocos iluminados con acceso a la verdad revelada. Y es que desde aquella vez que perdí cuatro horas de mi vida viendo Zeitgeist, el discurso conspiranóico sólo me sirve para combatir el insomnio.
A pesar de eso, Behind the Curve está salpicado con un algunas escenas interesantes, como el experimento de Campanella, el hecho de que el movimiento terraplanista se ha subdividido en sectas —cada una acusando a las otras de ser cómplices de la conspiración de los globalistas—, el odio inveterado y tratamiento de Voldemort que profesan por Neil deGrasse Tyson, y la escena del giroscopio láser de $20.000 dólares americanos comprado tras una recaudación de fondos y que finalmente hizo lo que haría cualquier giroscopio funcional en un globo terráqueo giratorio: captar una deriva. En este caso, la persona que recaudó los fondos y encendió el giroscopio le dice a su colega que no van a hacer públicos los resultados, porque no hay cómo responderle a la gente que dio plata para que confirmaran sus prejuicios. Oops — se me pasó poner un spoiler alert!
La única otra cosa interesante del documental es el juego de palabras en el nombre. En inglés, una persona con ideas innovadoras o muy inteligente es a veces llamada “ahead of the curve“, o adelante de la curva — mejor dicho: una persona inteligente es descrita como alguien que está en la cola de distribución de “adelante” de una campana de Gauss. El documental se llama Behind the Curve, o sea “atrás de la curva”, lo que podría hacer referencia a personas en la cola de distribución en la que nadie querría estar.
Desde Eratóstenes de Cirene sabemos que la Tierra es esferoide — el relativamente reciente surgimiento de varias sociedades terraplanistas realmente no tiene tanto que ver con la figura de la Tierra, sino con un fenómeno de los tiempos posmodernos que corren, en el que rechazar los hechos es visto como un acto de rebeldía y autenticidad. De ahí que los experimentos con la luz y el giroscopio puedan ser desestimados sin más. El terraplanismo sólo es un síntoma, pero el problema es más profundo, y nos va a costar horrores a medida que sigan ganando masa crítica.
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Publicado en De Avanzada por David Osorio