El cardenal George Pell, el tercer funcionario más poderoso del Vaticano —tesorero de la Iglesia y asesor financiero del Papa— ha sido condenado en Australia por todos los cargos de haber abusado sexualmente de dos niños de coro a finales de los Noventa. Un jurado unánime emitió su veredicto el martes, después de más de tres días de deliberaciones.
El juicio se llevó a cabo bajo lo que el sistema jurídico australiano llama una restricción mordaza, ordenada por parte del juez — esta restricción, básicamente, impide que la prensa entre en el juzgado y, en consecuencia, que todos los detalles del juicio se hagan públicos; de hecho, en este caso los medios australianos tienen prohibido publicar nada sobre el caso, así que ya saben (guiño, guiño, codo, codo), sean juiciosos y no se les ocurra compartir esta noticia, no sea que seamos multados en Australia, o algo.
Vale la pena recordar que Pell estuvo entre los nominados a suceder al papa Benny cuando este fue obligado a dimitir renunció.
El papa Francisco (quien terminaría sucediendo a Benedicto XVI) reaccionó a la noticia de la condena destituyendo a Pell del gabinete vaticano.
Nótese que Pell no fue expulsado de su cargo, ni excomulgado, ni siquiera han dicho si se va a ir al Infierno, y, para ser un país con un fetiche morboso con los fetos y con que los gays no puedan adoptar niños, la indignación vaticana por las víctimas de Pell ha brillado por su ausencia. Parece que tienen claras sus prioridades.
Según el Daily Beast, Pell contó con la mejor defensa jurídica que el dinero puede conseguir, y se especula que el dinero para pagarles viene directamente de las arcas vaticanas… que están a cargo de Pell.
La audiencia de condena será llevada a cabo en febrero de 2019. Luego, ese mismo año, Pell enfrentará un segundo juicio de abuso sexual, conocido como el caso de los nadadores, en el que otros dos hombres acusan a Pell de haber abusado de ellos en una piscina y un vestuario.
(imagen: Bishop Accountability)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio