La Iglesia Católica alemana comisionó un reporte que iba a publicarse el 25 de septiembre pero que —por los inescrutables caminos de dios— terminó siendo filtrado a la prensa esta semana antes de que la Iglesia lo conociera.
Los hallazgos del reporte son espantosos — entre 1946 y 2014, en Alemania 1670 sacerdotes católicos abusaron sexualmente de más de 3600 niños:
Según el nuevo estudio, sólo el 38% de los presuntos autores fueron procesados y la mayoría de ellos se enfrentaron a procedimientos disciplinarios menores, dijeron los medios de comunicación alemanes. Aproximadamente uno de cada seis casos involucraba violación.
La mayoría de las víctimas eran varones, y más de la mitad tenían 13 años o menos.
Los clérigos depredadores a menudo eran trasladados a nuevas comunidades, donde no se daba ninguna advertencia sobre sus acciones.
El estudio fue elaborado por tres universidades alemanas, utilizando 38.000 documentos de 27 diócesis alemanas. Sus autores dijeron que el verdadero alcance del abuso puede ser aún mayor, ya que algunos registros fueron “destruidos o manipulados”.
El mes pasado supimos que entre tan sólo seis diócesis de Pensilvania 300 sacerdotes católicos cometieron más de 1000 abusos sexuales contra menores de edad, a lo que el papa Francisco respondió con rezos y ayunos.
Si creían que esa era la peor respuesta posible, parece que el papa Frank no estaba tan seguro, así que en su homilía del 11 de septiembre aprovechó este escándalo para doblar la apuesta, y se refirió enigmáticamente a un supuesto “Gran Acusador” (uno de los nombres que en esa superstición le dan a su enemigo imaginario), que supuestamente estaría trabajando para desenterrar los pecados de los obispos y así escandalizar a la gente (?).
No seré yo quien traduzca eso como una acusación de satanismo a todo el que ose repudiar la sistemática violación de niños que cometen los sacerdotes católicos en todo el mundo (aunque no ha faltado quien ya hizo ese salto lógico), pero para mí es claro que las violaciones de niños le traen sin cuidado — a ninguna persona que sienta la más mínima repulsión por estos delitos se le ocurre ‘rechazarlos’ con declaraciones en código y mucho espacio a interpretaciones. Y, además, este señor resulta ser el dirigente de todo un país y es la cabeza visible de una fe.
¿Cómo carajos se las ingenia para no repudiar estos asquerosos delitos en los términos más fuertes y a la vez comprensibles posibles? Pues no importándole, porque cómo más.
(imagen: Catholic Church England and Wales)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio