En abril de 2018 se llevó a cabo la Conferencia Internacional de Investigación en Esquizofrenia, donde se presentó un estudio provisional por investigadores de la Universidad Yale que halló que las personas más propensas a creer en mentiras —lo que ahora conocemos con el oximorónico título de fake news, o noticias falsas— son individuos que tienen creencias irracionales delirantes, son dogmáticos en su pensamiento, y/o fundamentalistas religiosos:
Dice el estudio:
Los individuos propensos al delirio pueden ser más proclives a aceptar ideas inverosímiles e incluso irrelevantes para su delirio debido a su tendencia a participar en un pensamiento menos analítico y activamente abierto.
[…]
Dos estudios con más de 1,000 participantes sugirieron que los individuos que apoyan las ideas delirantes (por ejemplo, pensar que la gente puede comunicarse telepáticamente), así como los individuos dogmáticos y los fundamentalistas religiosos, son más propensos a creer en noticias falsas.
Estos estudios también sugirieron que dos formas de pensamiento relacionadas podrían proteger contra la creencia en noticias falsas: La primera, el pensamiento activamente abierto, implica la búsqueda de explicaciones alternativas y el uso de la evidencia para revisar las creencias. El segundo, el pensamiento analítico, implica procesos de pensamiento deliberados que consumen recursos de memoria.
La reducción de la participación en estas formas de pensamiento explicó parcialmente el aumento de la creencia en las noticias falsas entre los individuos que apoyaban las ideas delirantes, y explicó plenamente el aumento de la creencia en las noticias falsas entre los individuos dogmáticos y fundamentalistas religiosos. Estos resultados implican que las intervenciones existentes diseñadas para aumentar el pensamiento analítico y de mente abierta podrían aprovecharse para ayudar a prevenir los efectos perjudiciales de creer en noticias falsas.
“Ya, David, y el agua moja“. Sí, pero es que a nosotros nos gusta sustentar lo que decimos, por aquello de usar la evidencia para revisar nuestras creencias.
Sí, para mí resulta apenas obvio que si alguien cree que es completamente normal estar dispuesto a matar a su primogénito para probarle su fe a las voces que escucha o que alguien puede sobrevivir tres días en la barriga de una ballena, no está muy lejos de creer que la Tierra es plana y que los reptilianos la caminan en disfraces de Hillary Clinton, pero lo que hasta ahora podía ser una opinión semifundada con algunos indicios, acaba de recibir un gran soporte probatorio. Y eso es lo que distingue al escéptico del magufo: que nosotros buscamos basar nuestras opiniones en la mejor evidencia disponible, y estamos dispuestos a retractarnos y corregir cuando la evidencia no nos da la razón — vamos, lo que debería ser el estándar moral de comportamiento para cualquier ciudadano del siglo 21.
Ahora bien, David Rand, uno de los investigadores advierte que el hallazgo debe ser tomado con algunas reservas: primero, tener en cuenta que se halló una correlación y no una causalidad — esto significa que aunque puede haber una relación entre creer ideas delirantes y fake news, lo uno no causa lo otro; y tiene sentido: puede ser que ambas creencias irracionales sean causadas por los mismos procesos de razonamiento defectuoso, por sugerir una explicación no-causal para la correlación.
La segunda advertencia del investigador es que el tamaño de las correlaciones no es inmenso: en español, que no porque alguien sea un fundamentalista religioso necesariamente va a creerse todas las noticias falsas que se le crucen. Eso sí, entre más fundamentalista, más propenso a creerlas.
(vía Friendly Atheist)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio