Ayer, el periodista colombiano César Augusto Londoño se despachó en Twitter contra los ateos:
El ateo es un ser desamparado y desolado, que camina por el mundo negando lo que necesita. Envidia al que cree porque sabe que le lleva años luz de grandeza por su fe. Su negación tiene el mismo valor de la oración. Basta que un hombre busque a Dios para que Dios exista
Jajajaja, no. Los seres humanos necesitamos a dios tanto como los peces necesitan bicicletas. Y no, la fe no hace grande a nadie: en el mejor de los casos es estúpida, porque es creer algo sin evidencias, y en el peor de los casos es peligrosa. Eso no hace grande a nadie — lo preocupante es que un periodista tenga en tan buena consideración creer afirmaciones que no han sido debidamente sustentadas.
Ya lo del valor de la oración y la existencia de dios sólo porque alguien puede pensarlo es tan ridículo que casi ni merece ser dignificado con una respuesta. Harry Potter genera millones de resultados de búsqueda en Google, pero no porque millones de personas lo hayan pensado hace que él o Voldemort existan en la vida real; nadie en sano juicio afirmaría algo así. Vamos, que esto ni siquiera es Teología de parvulario, es escolástica y de la peorcita.
Esta no es la primera vez que Londoño manifiesta su admiración por creer cosas irracionales. Hace unos años, en una nota del portal Kien y Ke sobre colombianos famosos y supuestamente ateos, César Augusto Londoño apareció junto con otras personalidades de la farándula colombiana, en la que casi todos hicieron cuanto pudieron por desmarcarse de la etiqueta de “ateo” y hasta dijeron que creían en seres sobrenaturales — pero así es el periodismo en Colombia, decir que alguien es “ateo” cuando simplemente tiene una superstición ligeramente diferente a la mainstream. En su momento critiqué la nota, precisamente por esto.
Londoño terminó incluido en esa lista y allí clasificó a las personas que creen afirmaciones sin evidencia como moralmente superiores, poniendo de manifiesto que nunca pudo comprender que la ética no es patrimonio de la religión. Si bien es un error lógico como un planeta, la mayoría de las personas que caen en él suelen ser lo suficientemente decentes para evitar llegar a su conclusión lógica de que, entonces, los ateos debemos ser moralmente inferiores de alguna manera. Pero no Londoño, como quedó claro con su tweet de ayer.
Londoño ganó popularidad tras el asesinato de su amigo Jaime Garzón porque en la emisión noticiosa de esa noche despidió su sección deportiva con la frase “Y hasta aquí los deportes, país de mierda“. Sí, don César, este es un país de mierda, entre otras cosas, porque se discrimina a las minorías y se asesina a sus defensores.
La ateofobia es un prejuicio global, y tampoco es extraño que un colombiano exhiba tal chovinismo con la convicción de tener algún tipo de superioridad moral — lo verdaderamente triste es que en el panorama deontológico, esto pone a Londoño más cerca de los asesinos de Jaime Garzón que de su amigo. Los desamparados y desolados ciertamente no somos los ateos, aunque Londoño necesite decirse eso para conciliar el sueño.
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** Actualización: Pocas horas después de la publicación de este artículo, Londoño publicó otro tweet en un torpe intento de disculpa: “Soy respetuoso de todas las creencias y no creencias, no tengo ninguna que me ate, cada cual vive en su mundo y con sus miedos, solo hice una reflexión desde la incredulidad, destacando la fe como una fuerza superior y privilegiada“. Esto sólo lo empeora. Londoño se puede meter su no-disculpa por donde le quepa y ponerse a hacer flexiones — tildar a todo un grupo de personas como moralmente inferiores no tiene nada de respetuoso.
(vía Óscar Trejo)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio