Antier por la noche murió Hugh Hefner. No habían pasado ni 24 horas del suceso, cuando su cadaver y legado ya estaban siendo desmembrados por los buitres puritanos.
Incluso entre quienes le reconocen su olfato para el negocio —y hasta los que admiten a regañadientes su gran influencia y mérito para quitarle tabú al sexo—, la postura de moda es tacharlo como un explotador de mujeres o un machista empedernido. No seré yo quien diga que Hef no tenía defectos, pero ciertamente hacer una revista (y marca) de consumo principalmente para hombres mostrando a mujeres desnudas y ligeras de ropa, no hace a nadie un explotador de mujeres ni un machista, pues las conejitas siempre dieron su consentimiento informado y cobraron por ello, y eso no está mal.
Nunca deja de ser chistoso que quienes se rasgan las vestiduras por los negocios que giran alrededor del sexo, como la prostitución y la pornografía, se olvidan alegremente de que las personas involucradas participan de la industria con pleno conocimiento de causa. Mejor dicho, en nombre de que los demás no hagan con su cuerpo lo que al puritano de turno le molesta, este les niega agencia sobre sus vidas, diciendo que están siendo objetificadas — ohh, la ironía quema.
Y se pone peor, porque los seres humanos tendemos a objetificar a los demás; pero a nadie se le pasa por la cabeza irse lanza en ristre contra la cadena de televisión cuando la calculadora humana aparece en un programa de talentos.
Otros de los que están bailando en la tumba de Hef lo hacen porque creen que este sexualizó a las mujeres, o que ayudó a que la sociedad las sexualizara… como si los seres humanos no fueramos ya seres sexuales por naturaleza, y como si las mujeres sólo fueran objetos pasivos sobre los que los demás actúan. Una vez más, son los puritanos —y no Hef— quienes le niegan a las mujeres agencia sobre sus vidas… en nombre de la oposición al machismo.
En resumen, aunque Hugh Hefner pudo tener muchos defectos, su revista y marca no fueron uno de ellos. A nadie tiene por qué gustarle la industria del sexo, pero es un despropósito acusar de machismo a todo un negocio que empoderó a cientos si no miles de mujeres y les permitió una calidad de vida salvajemente superior a la de la mayoría de seres humanos que hemos pisado la Tierra.
Y para mí que ya es pasarse tres pueblos lo de ponerse talibán con el puritanismo, a hacer virtue signalling de lo muy majos que son porque rechazan la pornografía y las mujeres desnudas, como si juzgar lo que dos o más adultos hacen dando su consentimiento les diera algún tipo de superioridad moral, o algo. Mientras tanto, el mundo perdió a un campeón de la libertad de expresión y los derechos civiles.
Hugh Hefner merecía una mejor despedida.
(imagen: Wikipedia)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio