El fin de semana, una mezquita en Quebec (Canadá) fue el lugar que el supremacista blanco Alexandre Bissonnette eligió para llevar a cabo una masacre que dejó un saldo de seis muertos y otros tantos heridos.
En redes sociales Bissonnette seguía a varias personalidades de extrema derecha así como a ateos que han hablado fuertemente contra el islam, como Richard Dawkins y Christopher Hitchens.
Por supuesto, el siempre carroñero Glenn Greenwald no podía dejar pasar la oportunidad de instrumentalizar la muerte de seis musulmanes para culpar a los ateos:
La página de Facebook de Bisonnette –ahora dada de baja pero aún archivada— incluye entre sus “gustos” a Marine Le Pen, a los críticos del islam Richard Dawkins y Christopher Hitchens, a las Fuerzas de Defensa de Israel y a Donald J. Trump (a él también “le gusta” el partido progresista canadiense NDP junto a “gustos” más neutrales como Tom Hanks, Los Soprano y Katy Perry).
Desde hace unos años, Greenwald tiene una obsesión malsana con los ateos militantes —y odia particularmente a Sam Harris— porque el pobrecito no puede separar a las personas de las ideas, así que cuando nosotros atacamos las ideas y decimos algo demostrablemente cierto, como que el Corán hace un llamado a la violencia, Greenwald escucha que eso es un ataque contra los creyentes musulmanes (?).
Lo que Greenwald se dejó convenientemente por fuera, no sea que se le dañe el discurso ateofóbico, es que Bissonnette también seguía en redes sociales a personajes tan desagradables como Peter Hitchens (el hermano bobo de Hitch) y William Lane Craig, individuos que han hecho afirmaciones realmente inflamatorias sobre los musulmanes (ojo, sobre el grupo de personas, no las ideas). Lo único aparentemente claro es que es bastante fácil ganarse un “me gusta” por parte de Bissonnette: basta con decir algo contra el islam o los musulmanes, sin importar el tono, el contexto, o que qué tan verídico sea.
Para Greenwald todo es lo mismo. Qué importa si no se pueden derivar comportamientos de la no-creencia o que el islam no es una raza, o que Christopher Hitchens haya dedicado buena parte de su vida a combatir el racismo, llegando incluso a arriesgar su vida una vez en Alemania, cuando tachó un grafitti neonazi. O que Dawkins haya condenado la masacre.
Greenwald no iba a dejar que esos molestos hechos se interpusieran en su agenda. A pesar de que nadie tiene la culpa de que un desequilibrado mental le dé “me gusta” a su página en Facebook, el incompetente de Glenn aprovechó la oportunidad para hacer una falacia de culpa por asociación y seguir con su campaña de desprestigio, que busca manchar a los ateos militantes con supremacismo blanco.
Sé que a los fascistas les queda grande comprenderlo, pero uno sólo responde por sus propias acciones, no por las de los demás. E instrumentalizar un ataque terrorista para impulsar su agenda es caer demasiado bajo, incluso para un peón de Putin como Greenwald.
(imagen: Gage Skidmore)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio