A principios de diciembre, en un arrebato de lucidez, la Corte Constitucional decidió lo que debería ser obvio para cualquiera con dos dedos de frente: que una entidad pública como el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) no puede tener a la Iglesia Católica en su junta directiva.
Pues José Germán Zarama de la Espriella, consejero Nacional del Sena, decidió hacer una reflexión sobre la decisión de la Corte — su artículo es interesante porque, a pesar de que en el tono que maneja se nota que no le gusta la decisión, da muestras muy grandes de entender que en todo caso la decisión es correcta porque a pesar de sus gustos, deben primar el imperio de la ley y la igualdad (que la Corte garantizó al proteger el laicismo):
Como se ve, la decisión de la Corte obedece a un cambio constitucional, discutido hace ya más de 25 años y avalado por el constituyente primario. En realidad, hoy por hoy, muy pocos colombianos están interesados en restaurar el estado confesional que rigió el país entre 1886 y 1991. Pero tampoco por ello, el Consejo Directivo del Sena podría desconocer los méritos históricos de la Iglesia Católica para hacer parte de esta institución.
Por ello, tanto el Gobierno, como los sindicatos y los empresarios del Consejo Directivo Nacional aceptamos, como corresponde, la sentencia, pero nos solidarizamos con la Iglesia Católica. ‘Dura lex sed lex’, como se repite ‘ad nauseam’, dijo uno de los consejeros. Pero el respeto a la ley no implica dejar a un lado el afecto histórico y cultural de un pueblo ni de los compañeros del consejo directivo.
Este afecto ‘inter-pares’ nace de la relación entre el catolicismo y el Sena desde su fundación en 1957, durante el Gobierno de la Junta Militar. No podemos olvidar que en esos días la iglesia impulsó la creación del Sena con base en las experiencias de comunidades católicas.
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Apreciamos el papel de la Iglesia Católica en el Sena aunque entendamos las consideraciones históricas para defender al Estado laico. Si el dilema de mantener a un fundador legítimo e intachable o defender la naturaleza laica de nuestra constitución se pudiera resolver jurídicamente estaríamos muy satisfechos.
No podemos juzgar a las instituciones por hechos ancestrales de un pasado ya superado. En la vigencia de la Constitución de 1991, si identificamos a alguna comunidad religiosa que respete la separación de Iglesia y Estado, es la Iglesia Católica.
Es rara la ocasión en la que se está de acuerdo con el tema de fondo de un artículo (el respeto del laicismo) a pesar de tener tantas objeciones a sus contenidos. Esta es una de esas ocasiones.
En primer lugar, es chistoso que Zarama diga que “pocos colombianos están interesados en restaurar el estado confesional”, pues en este momento cursa un proyecto de referendo para volver a discriminar a la población LGBTI (y a los niños), que es la marca del cristianismo… y todo indica que el referendo será aprobado en el Congreso.
En cuanto a la solidaridad con la Iglesia, y su ‘intachable’ papel, no estaría de más que Zarama empiece a prestar más atención. La Iglesia siempre ha ido tras la educación para poder adoctrinar en su superstición las mentes que aún no están formadas y no tienen los suficientes elementos de juicio para cuestionar sus absurdos dogmas. Get them while they’re young! Y, contrario al testimonio de Zarama, a mí me han llegado denuncias de estudiantes del Sena por los excesos religiosos de los sacerdotes, que han aprovechado su posición dentro del Sena para hacer proselitismo a lo bestia: perseguir a los que —acertadamente— cuestionaban su intromisión en una entidad pública, ser incluidos en la nómina que se paga con partidas presupuestales públicas para que vayan a calentar sillas, adoctrinar en sus creencias, y oficiar misas a las que tienen que ir tanto trabajadores del Sena como estudiantes. A ver qué demonios entiende Zarama por “fundador legítimo e intachable”…
Por último, pero no menos importante, está lo que supongo que es un chiste de Zarama: su delirante idea de que la Iglesia Católica respeta el laicismo. Que la Iglesia no tenga sacerdotes en el Congreso no nace de ningún compromiso con el laicismo sino del hecho de que no los necesitan: para eso ya tienen a todo el Partido Conservador y el ‘Centro’ ‘Democrático’ votando como ordene la Conferencia Episcopal. Y en vez de quedarse callados y decir que Colombia es un Estado laico, por lo que ellos no tienen nada qué opinar, los curitas no desaprovechan la oportunidad para robar cámara cada vez que un medio de comunicación les pregunta por algún proyecto de ley que desafíe sus dogmas.
Y por supuesto que no hicieron absolutamente nada cuando su lacayo, el Padre Chucho hacía misas ilegales en parques públicos. Zarama se equivoca terriblemente: la Iglesia sigue gozando de privilegio religioso en las instituciones y en la política públicas. Ya que entiende que el laicismo es importante, sería bueno que se diera un duchazo de realidad antes de solidarizarse con ellos, y que empiece a solidarizarse con todos los colombianos a quienes nos amputan la libertad religiosa y de cultos cada vez que se le da un tratamiento especial a sus amiwis a quienes les tiene afecto inter-pares.
(vía Diego Castilla)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio