Este fin de semana es Halloween, así que los traficantes de miedo ya tienen listo su guión — el impresentable concejal de Bogotá Marco Fidel Ramírez salió a escupir su odio, solicitando que la Alcaldía imponga toque de queda para los menores de edad, porque los satánicos podrían raptarlos para sus rituales:
Este año el concejal de Opción Centro mantiene su cruzada en contra de esta celebración en la que los niños se disfrazan y salen a recoger dulces en las calles o sitios comerciales. Pero esta vez el concejal fue más allá y le hizo una petición al alcalde Enrique Peñalosa y al secretario de Gobierno, Miguel Uribe. En cartas separadas les pidió crear las condiciones de seguridad para los menores.
Aunque la idea goza de toda lógica para proteger a los menores, el cabildante tiene un argumento adicional: “en Halloween los niños corren el riesgo de que los rapten para cultos satánicos”.
¡Ohh, amputar libertades! La idea le debió dar un orgasmo a Peñalosa, aunque como no habría un beneficio directo para sus amos de Volvo, no hay forma de saber lo que hará el —también impresentable— Alcalde.
Ramírez hace esta bufonada anti-Halloween todos los años, así que en vez de ser noticia, es algo que ya viene con el panorama de calabazas iluminadas, manzanas acarameladas y gente divirtiéndose — ¡y qué mejor que un puritano amargado para hacernos la noche!
La idea de los rituales satánicos causó un pánico moral de los Setenta cuando, en busca de un nuevo enemigo con el qué atemorizar a sus borreguitos, los pastores evangélicos gringos se inventaron el satanismo de rituales y sacrificios humanos, que jamás ha tenido nada que ver con los seguidores del Diablo cristiano (que lo único que hacen es una especie de anti-cristianismo, tan ridículo como la superstición original). La idea fue un éxito inmediato, causando verdaderas tragedias, como la ordalía que destruyó a la familia McMartin de manera irreparable.
No obstante, un estudio hecho por el National Center on Child Abuse and Neglect en el que se encuestó a más de 12.000 psicólogos, trabajadores sociales y agentes de la ley, no pudo encontrar ni un solo caso de abducciones satánicas —o nada remotamente similar— en todos los EEUU. Fue sensacionalismo puro y duro.
Un reporte de Kenneth Lanning, experto del FBI en crímenes de cultos, llegó a la misma conclusión: no hay evidencia —y jamás la hubo— de rituales satánicos con sacrificios humanos o secuestros de niños. Eso simplemente no ocurre y nunca lo hizo.
Vincular Halloween con el satanismo no es más que una estrategia derivada del éxito del pánico moral, pero cualquier persona medianamente informada sabe que Halloween tiene raíces celtas y cristianas y que, con el paso del tiempo, se volvió una fiesta secular. Así que el Príncipe de las Tinieblas tiene tanto que ver ahí, como Papá Pitufo.
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Publicado en De Avanzada por David Osorio