Esta semana, un cristiano llamado Alejandro Ortiz escribió una columna en la que decía sin tapujos ni ambages algo que ya sabíamos: que el movimiento evangélico realmente está en una guerra contra la población LGBTI y, de paso, declarando objetivos a los ateos, los derechos de las mujeres, la ciencia, el ambientalismo y, por último pero no menos importante, la democracia; como para asegurarse de que el mensaje queda claro: pretenden imponer su teocracia y no se van a conformar con menos.
Como esto era algo que yo ya sabía, en vez de responderle a Ortiz —porque igual no se puede razonar con quien ha renunciado a la razón—, simplemente señalé lo irónico de que haya personas que se sorprendan por sus declaraciones, y repetí, por n-ésima vez, que la única forma de impedir este asalto a la democracia es mediante la más estricta y absoluta defensa del laicismo; algo que muchos demócratas y activistas de derechos simplemente parecen aborrecer, ven como un lujo innecesario o dejan de lado… lo que hace que nuestras causas estén perdidas desde ya. Uno no puede pretender que haya vino y, a la vez, quedarse cruzado de brazos cuando imponen la ley seca y llegan las plagas a los viñedos.
Pues la corporación Bogotá Atea se tomó la amenaza de Ortiz más en serio y han publicado una soberbia respuesta; tiene tanta rigurosidad, que terminan enseñándole a Ortiz un par de lecciones sobre la Biblia — aquí unos apartes:
No solamente los ateos dicen que Colombia es un Estado laico, sino que la misma Constitución Política colombiana de 1991, norma de normas en nuestro país, lo dice. Pretender aducir que eso no es cierto porque presuntamente solo está en el papel pero no en los hechos, dado que la mayoría de colombianos son cristianos (católicos o no), es, por un lado, contradictorio con la afirmación de que en Colombia son cada vez más los temerosos del dios cristiano y, por otro lado, es una abierta declaración de que Alejandro Ortiz está dispuesto a pasar por encima de nuestra Constitución pues no le importa lo que ésta diga.
[…]
Si a los cristianos que viven en Colombia no les parece que nuestra Constitución Política sea una buena norma de conducta a pesar de que fue y es la que les ha dado tantas lamentables e injustas ventajas que no tenían con la constitución de 1886, y si tales cristianos consideran que tienen el derecho de imponernos sus tan cuestionables prácticas, entonces bien pueden irse de tan “pecadora” nación y formar una según su parecer en otro lugar menos “pecaminoso”, no sea que ese dios que tanto temen los castigue por convivir con pecadores. Alejandro Ortiz debe recordar que el mismo Jesucristo dijo a los apóstoles, en el Nuevo Testamento, que, si una nación rechazaba el evangelio y no lo convertía en su norma de vida, el mensajero del evangelio debía limpiarse sus zapatos e irse de allí, dejando dicha nación a su suerte, una suerte presuntamente mucho peor que la de Sodoma y Gomorra.
[…]
Si entre los mismos cristianos se han asesinado porque supuestamente cada secta es la verdadera y las otras son falsas, y todas apelando igualmente a la Biblia, ¿por qué deberíamos los colombianos tomar como norma de conducta a semejante fuente de división, violencia, delincuencia y criminalidad? Que la historia no nos traiga más desgracias de las que hemos vivido y nos libre de tan pervertido destino como es el de estar sometidos a la Biblia, al cristianismo y a sus crímenes. Además, la Biblia está llena de contradicciones y cuando éstas son impuestas como normas de una sociedad la obligan a ser contradictoria, es decir, a estar en permanente conflicto.
Y hay más, mucho más, de donde eso vino. No puedo recomendar lo suficiente que lean toda la respuesta.
Ese momento incómodo en el que los ateos conocen tu libro sagrado mejor que tú…
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Publicado en De Avanzada por David Osorio