Otra de plebitusa. A mí tampoco me gusta que los artículos del mediodía empiecen a girar sobre este tema exclusivamente pero, mal que nos pese, la victoria del fascismo en las urnas significó un impulso político muy fuerte a su aliado natural —la religión; en este caso, el cristianismo— y como aquí nos importan el laicismo y los DDHH, tengo que seguir comentando al respecto. (Por cierto, algunos lectores se han molestado con mis afirmaciones sobre la victoria del NO, en particular, sobre la superioridad moral del SÍ y cómo la victoria del NO es una victoria del fascismo y una derrota de la democracia — no espero que todos estén de acuerdo conmigo, pero para eso están los artículos respectivos: el de por qué voté SÍ y el de qué significó la victoria del NO; si quieren debatir y tener un intercambio honesto de ideas sobre esos temas en particular, las secciones de comentarios de ambos artículos están abiertas.)
Volviendo al tema, la semana pasada las iglesias evangélicas que impulsaron el NO presentaron ocho peticiones, que fueron comentadas a la revista Semana por el pastor Héctor Pardo, de la secta Tabernáculo de la Fe:
1. La familia: Los pastores piden que se establezca en los acuerdos el concepto de familia “entendida como dice la Constitución: es decir la unión de un hombre y una mujer”. Proponen que ese concepto se integre transversalmente en todo el acuerdo y que se considere a la familia como la principal víctima del conflicto armado. “Es un elemento esencial para lograr la reconciliación, la paz y la armonía”, señala Pardo.
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3. Derecho a educar a los hijos: Los pastores piden que se respete del derecho de las familias a educar a los niños conforme a sus principios y valores. Recuerdan el episodio de las cartillas de educación sexual que elaboró el ministerio de Educación junto con las Naciones Unidas y exigen que exista autonomía de las instituciones educativas para enseñar sus creencias.
4. Libertad de cultos y no estigmatización: Pardo asegura que el Acuerdo de Paz pone en dura [sic] la libertad religiosa. Esto porque habla de prohibir la discriminación y esto puede ser entendido extensamente como la prohibición a las iglesias de manifestarse en contra, por ejemplo, del matrimonio gay. Para ellos, según sus convicciones y leyendo los pasajes de la Biblia eso se considera ‘sodomización’. Los respetamos, pero “no vamos a aceptar el matrimonio de dos personas del mismo sexo en nuestras iglesias. Ni mucho menos que nos lleven a la cárcel por decirlo así”, asegura.
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7. La ideología de género: En el documento se propone la eliminación de las expresiones “identidad de género diversa” y “orientación sexual diversa” que están en los Acuerdos de Paz. Los pastores sostienen que están de acuerdo con que las mujeres tengan un enfoque diferencial que las proteja especialmente pues fueron las principales víctimas de la guerra. Sin embargo, aseguran que esto desemboca en una ideología de género.
Para cualquier mente civilizada, esto es un exabrupto, por supuesto — ninguna religión, de ningún tipo, debería tener participación política, pues en un Estado laico (como supuestamente es Colombia), las políticas públicas no pueden girar en torno a las creencias irracionales de nadie, mucho menos con la débil pretensión de que son algún tipo de mayoría o, peor aún, la demostrablemente falsa idea de que tienen algún patrimonio sobre la moralidad o la ética. Pero esto es Colombia, así que las iglesias se han salido de sus templos para recolonizar el resto del territorio nacional e imponer sus creencias, incluso si toca a sangre y fuego (en nombre de Jesús, se vale cualquier atrocidad; por eso no tuvieron problema para votar NO).
Y sus peticiones, al igual que sus creencias, son ridículas en extremo. Cualquier estudiante primerizo de Derecho sabe que cuando la Constitución establece los modos de conformar familia, no lo hace de forma taxativa, lo que le ha permitido a la Corte Constitucional ampliar lo que se entiende por familia y, en vista de que es la mayor instancia judicial del país, sus sentencias pasan a hacer parte de la Constitución. Si no les gusta, a llorarle al mono de la pila… o a rezarle a su dios, que es igual de inefectivo.
Todas las pretensiones cristianas buscan disfrazar su intolerancia con palabras civilizadas y la idea de “educar a los hijos” no es la excepción. Verán, en el mundo normal, la educación es el medio más efectivo para preparar a una persona para que se desenvuelva con más o menos facilidad en la vida — esto se consigue ofreciéndole explicaciones racionales y basadas en la mejor evidencia disponible de cómo funciona el mundo. En cristiano, “educación” es un sinónimo de adoctrinar. Así que mientras el mundo recoge más y más evidencias de que la homosexualidad es una conducta natural que no se aprende por el entorno, estos cristianos quieren seguir adoctrinando en el dogma de que ser gay —o trans, o ambas— es malo (?) y que por eso deben tener menos derechos que los heterosexuales. Aquí es cuando mi detector de ironía estalla porque muchos activistas LGBTI y de derechos de las mujeres ven con desdén y desprecio el laicismo, como si fuera un obstáculo para su activismo, y no como lo que es: la única garantía de sus derechos y libertades.
La “libertad de cultos y no-estigmatización” es más de lo mismo: apelar a la tolerancia ilustrada para justificar su intolerancia. Otra vez es necesario resaltar la importancia del laicismo: un Estado moderno no tiene por qué darle un tratamiento más especial a la religión de lo que se la da al póker — si tus creencias son homofóbicas y machistas, es problema tuyo; pretender que los LGBTI no puedan hacer un negocio jurídico (como un contrato de matrimonio) porque tú tienes problema con su orientación sexual, su género, o ambas, es un despropósito del que cualquiera se puede reír… y nos reiríamos, si nadie se los tomara en serio.
Y lo de la “ideología de género” ya fue la guinda del pastel. Primero, porque el género no es una ideología. Y segundo, porque lo que los pastores dijeron que era “ideología de género” (o enfoque de género), no era otra cosa que reconocer que las mujeres y la población LGBTI han sido poblaciones más afectadas por el conflicto interno, no más. Eso era todo, pero supongo que aquello de “No mentirás” realmente no importa cuando tienes que imponerle tus Mandamientos a 50 millones de personas, a como dé lugar. Una vez más, mi detector de ironía estalla, porque la principal razón por la que las mujeres y los LGBTI han sido más afectados por el conflicto ha sido gracias al cristianismo, con su típica homofobia y deleznable machismo. Básicamente, la victoria del NO fue una revictimización de estas poblaciones por parte de sus victimarios históricos.
Un día normal en Banana Republic, pues…
(imagen: Gonzo Bonzo)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio