Blog // La teoría conspiranóica del castrochavismo

La teoría conspiranóica del castrochavismo

Una de las estrategias del uribismo ha sido exacerbar el miedo para cosechar votos. La que quizás ha sido la parte más efectiva de esa estrategia es la supuesta amenaza del castrochavismo, a saber, que todo lo que hace el Gobierno es parte de un elaborado plan —¡fraguado hace décadas, además!— para que Colombia siga los pasos de Venezuela y adopte el estalinismo local, mejor conocido como Revolución Bolivariana.

Por si los ecos de macartismo trasnochado mezclados con la absurda idea de que la Historia se repite no fueran suficientes para descartar esta sandez de buenas a primeras, La Silla Vacía —de lejos, la mejor apuesta periodística en Colombia— explica por qué es una teoría conspiranóica y todas las diferencias de contexto geopolítico por las que el camino de Colombia hacia el social-fascismo es tremendamente más intrincado de lo que lo hace parecer la propaganda uribista:

La teoría de la conspiración, que raya en lo absurdo, es la idea de que Juan Manuel Santos es el alias ‘Santiago’ que aparece en el computador del ex jefe guerrillero Raúl Reyes (bombardeado por el mismo Santos cuando era ministro de Defensa). Los que arguyen esto utilizan como supuesta evidencia las fotos de Santos con Fidel Castro, los contactos que tuvo posteriormente con Chávez, a quien llamó en un momento dado “mi nuevo mejor amigo”, y el pasado izquierdoso de su hermano Enrique.

Esto les da para concluir que desde tiempo atrás y por vía de su hermano Enrique, los Santos han sido aliados del castrochavismo.

Un elemento fundamental de la noción de castrochavismo es la creencia de que existe una conspiración para llevar un proyecto oculto gradualmente al poder, como decir que estás derribando a la dictadura de Batista, cuando en realidad quieres implementar el socialismo como lo hizo Fidel Castro, o decir que vas a sanear la corrupción política y gobernar con los sectores sociales excluídos pero negar de plano que eres socialista como Hugo Chávez. Por eso, la ‘fachada’ de Santos como enemigo “implacable” de la guerrilla encaja dentro de esa teoría de la conspiración.

Lo que es absurdo es que, siendo así Santos, hubiera comandado los bombardeos que dieron de baja a tres de los máximos comandantes guerrilleros.

[…]

Y hay varias razones para creer que más allá de lo que quisieran las Farc, los factores que permitieron el ascenso del chavismo son considerablemente diferentes a las que existen hoy en Colombia, y que incluso si tienen la plata para comprar millones de votos es improbable que lo puedan hacer pasando inadvertidos (quizás lo podrían hacer en regiones apartadas, asumiendo que el Tribunal de Garantías Electorales que crea el Acuerdo para vigilar que no haya fraude electoral en las zonas alejadas no se de cuenta) y que suficientes colombianos lo hagan.

La autora, Juanita León, expone nueve factores. De estos, coincido con ella en la ausencia de un “padre de la patria” —papel que en Venezuela corresponde a Simón Bolívar—, la falta de diplomacia petrolera de Colombia, la luna de miel de los medios con Chávez (y que en Colombia jamás ocurriría entre los medios y las Farc), la falta de vocación política de los militares colombianos, el cambio de la relación entre Cuba y EEUU, y la propia experiencia venezolana como una advertencia para la región.

Hay otros puntos que me parecen menos convincentes. Por ejemplo, la dependencia del petróleo es una realidad en Colombia (y prueba de ello es que el mal momento que pasan ahora está teniendo repercusiones en toda la economía nacional).

León también menciona que Chávez se presentó como un outsider salvador, y que el clientelismo impediría algo así en Colombia. Yo no estoy tan seguro de eso: en Colombia se idolatra incesantemente a los outsiders salvadores — el ejemplo perfecto es Antanas Mockus, a quien muchos todavía le predican delirante devoción. Uno más peligroso es Gustavo Petro, acérrimo defensor del modelo chavista. Lo cierto es que para rosario de outsiders salvadores (que no lo son, porque nunca lo son), la alcaldía de Bogotá: Enrique Peñalosa, Lucho Garzón, Samuel Moreno. Aquí abundan los outsiders salvadores.

Otra discrepancia que tengo con León es con la simplificación del espectro político, ya que equipara la derecha con capitalismo y la izquierda con populismo. Si en Colombia la derecha no fuera populista, jamás habría nacido la teoría conspiranóica del castrochavismo. También está el problema de suponer que las Farc son de izquierda (su preferencia revelada es de derechas) y creer que tienen algún residuo de ideología política —que es tan ingenuo como creer que el islam es la religión de la paz, o que puede haber una religión de paz—.

Aún si descartamos los factores que disputo, la idea de que el castrochavismo amenaza con tomarse Colombia sigue siendo tan falsa que, de no ser porque hay tantos ingenuos que se la toman en serio, sería risible. Lo más risible de todo son los que temen por la pérdida de derechos y libertades que supondría la victoria del castrochavismo, pero nunca les preocupó cuando el gobierno de Álvaro Uribe los amputaba a diestra y siniestra.

(imagen: Wikipedia)

____
Publicado en De Avanzada por David Osorio

Post Recientes

Loading

Pin It on Pinterest

Share This