La semana pasada supimos que la alcaldía de Bogotá estudia la idea de un carril preferencial para el transporte escolar en la Autopista Norte:
“Una de las ideas es plantear ese carril en cierto punto de la Autopista Norte, donde solo circule el transporte escolar y se dé prioridad a los niños. Estamos estudiando esta iniciativa y haciendo análisis y modelos de tráfico”, señaló [el secretario de Movilidad Juan Pablo] Bocarejo a Caracol Radio.
La propuesta desde el concejo de Bogotá y según la concejal Gloria Stella Díaz, es que ese carril para el transporte escolar funcione en la Autopista Norte, desde la calle 127 hasta la 239 6:30 a 8:30 de la mañana y de 3 a 5 de la tarde.
La idea, probablemente, no sea mala: la gran mayoría de medidas que impulsen una mejora cualitativa de la educación (como llegar temprano a clase y a casa) merecen ser intentadas. Sin embargo, esta idea particularmente me genera escepticismo.
El problema es que la idea no apareció así de la nada en el vacío. En Colombia hay pocos carros y, desde hace 20 años las administraciones locales no han hecho otra cosa que poner trabas y obstáculos surtidos para la movilidad — por lo general con una excusa del “bien mayor” que suele ser el medio ambiente, aún cuando las medidas son insignificantes en la reducción de gases efecto invernadero.
Y resulta que reeligieron a Enrique Peñalosa, literalmente un peón de Volvo, cuya única función en la vida es implementar a toda costa el funesto sistema de buses de la multinacional sueca. No es de extrañar entonces que haya impulsado medidas liberticidas y draconianas como el Pico y Placa y el Día Sin Carro (y otras que ya son sabotaje puro, con el fin de crear embotellamientos; así la gente se aburre del carro particular y se pasa al sistema de buses de su empleador). No es descabellado afirmar que la congestión vehicular es, en buena medida, obra del mismo Peñalosa.
Entonces sugieren el carril preferencial para niños —que son la mejor excusa para prohibir cualquier cosa o, en su defecto, restringirla—, y yo no puedo evitar pensar que, tal vez, no sea una propuesta inocente. En cualquier caso, que los buses escolares se demoren tanto se debe en buena parte a la situación de embotellamientos y congestiones en toda la ciudad, y la propuesta es defectuosa porque es una solución temporal (¿y qué van a hacer cuando la cantidad de buses vuelva inútil el carril preferencial?) y, además, empeora el problema inicial: con carriles preferenciales para buses, para buses escolares y para bicicletas, se reduce aún más el espacio para los carros particulares —que cada vez son más— y se da un nuevo giro de tuerca al problema.
Sinceramente, espero equivocarme, pero la propuesta me parece muy sospechosa. Amanecerá y veremos.
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Publicado en De Avanzada por David Osorio