El domingo 4 de septiembre, el Vaticano canonizó a Agnes Gonxha Bojaxhiu —alias Teresa de Calcuta—. El día anterior, recopilé que algunos medios en inglés habían empezado a fijarse en las críticas a la nueva santa, quien en vida disfrutaba con la pobreza y el sufrimiento ajenos, y tenía cuestionables amistades, entre las que se cuentan estafadores, dictadores y fascistas; ella incluso fundó una orden de misioneras para que siguieran con las prácticas masoquistas que predan de los más débiles y necesitados. Para completar, hizo todo lo que pudo para entrometerse en la política pública de cuanto país podía para oponerse a que se aprobaran medidas que garantizaran los derechos sexuales y reproductivos. El sábado señalé que el único medio en español que había hecho mención a algunas de las críticas a Agnes era el New York Times, con un perfil que hicieron del médico indio Aroup Chatterjee, quien lleva más de dos décadas denunciando estas irregularidades.
Curiosamente, desde entonces, varios medios en español se han hecho eco de los cuestionamientos que desde hace más de 20 años se le han hecho a la monja albanesa. Por ejemplo, El País de España mencionó sus cuestionables amistades:
Aunque la religiosa siempre aseguró que no hacía política, dio su reconocimiento, entre otros, al dictador de Haití Jean-Claude Duvalier o al régimen totalitario de Enver Hoxha, en Albania. También recibió algunas donaciones que fueron muy criticadas, como las de Charles Keating, que fue encarcelado por el mayor fraude financiero en la historia de Estados Unidos hasta finales de los ochenta. Cuando Keating ingresó en prisión, lejos de devolver el dinero que le había entregado (al menos millón de dólares —896.300 euros—), la madre Teresa intercedió ante el tribunal pidiendo misericordia.
[…]
Otro de sus críticos es el cubano-estadounidense Hemley González, que en 2008 fue voluntario. “Iba a viajar por la India y decidí hacer labor social. La marca de la madre Teresa es tan fuerte, que aun sin ser religioso, fue lo primero que se me ocurrió. Me di cuenta de que se trataba de una violación sistemática a los derechos humanos y de un escándalo financiero”, asegura. Cuenta que vio cómo las agujas solo eran lavadas con agua para ser usadas de nuevo y que a los enfermos se les daban medicinas caducadas.
Los voluntarios no tenían preparación, según dice González. “Uno de ellos le dio de comer a un paralítico que se atragantó y murió. Yo estuve en la cremación de 12 personas, algunas de las cuales creo que pudieron haber sobrevivido”, afirma González todavía consternado. En su opinión, los misioneros no son amigos de los pobres, sino promotores de la pobreza. Al regresar a Miami, juntó dinero para fundar la ONG Responsible Charity Corp. Dice que sus cuentas son transparentes, que en 2014 su presupuesto fue de 65.000 dólares (unos 58.200 euros). “Las misioneras podrían hacer mucho más con todo lo que reciben”. Las Misioneras de la Caridad han rechazado responder a las preguntas de EL PAÍS.
El reconocido “racionalista” Debasis Bhattacharya apunta que la madre Teresa hacía sufrir a los pobres para poder recibir el amor de Dios. “Pero ella nunca esperó. Cuando estuvo enferma acudió a servicios de salud modernos y costosos”.
La Razón, por su parte, republicó una nota de la agencia EFE que se rigió por el insípido cubrimiento ‘imparcial’ y ‘neutral’, así que junto con las críticas, también se publicaron testimonios de creyentes.
Con el Times, ya suman tres los medios en español que publicaron las críticas a Teresa de Calcuta y su prescindible legado. Curiosamente, con su canonización, en las redes sociales también revivieron artículos que anteriormente habían tocado el tema, como la crónica de Martín Caparrós en SoHo (que fue republicada en estos días con motivo de la canonización), y el artículo que publicó Vice cuando Teresa fue beatificada hace un año.
Es bueno ver que los medios y periodistas empiezan a hacer lo que deberían haber hecho hace 50 años, cuando Malcolm Muggeridge lanzó a Teresa al estrellato: investigar los hechos, en vez de creerse las maravillas que contaba el seguidor de su nuevo fetiche religioso. Con todo —y aquí puedo estar sesgado—, considero que el artículo que escribí sobre ella en los albores de esta página sigue siendo el contenido más completo en español sobre su hipocresía, su completa ausencia de valores y su completo desprecio por la vida.
____
Publicado en De Avanzada por David Osorio