Desde hace unos años, se ha puesto de moda criticar el movimiento escéptico — la tendencia existe en las sociedades anglosajonas, así que sólo era cuestión de tiempo para que ocurriera con el escepticismo en español (con el disfraz de una nota de prensa, en todo caso; pues los ataques personales, los blogs anti-debunkers y las difamaciones a los escépticos en español son la reacción casi por defecto de quienes no tienen las evidencias para defender una creencia irracional a la que le tienen afecto, o de la que viven).
En este caso, la nota anti-escéptica fue escrita por un tal Fermín Grodira para El Confidencial, donde acusa a los escépticos de arrogantes, maniqueos y endogámicos (y sólo vamos en el título). Grodira no escatimó en cargos contra el movimiento, así que hago un intento por agrupar sus acusaciones (y más o menos tratar de darles sentido):
- Policía del tono: La primera acusación es que los escépticos usamos un modo “combativo” de expresar nuestras ideas. Es curioso porque a mí nunca nadie me ha dado un manual de la comunidad con el tono adecuado con el cual expresarme. Es más, cualquier lector habitual sabe que varío de tono con frecuencia; a veces sueno demasiado hostil y otras veces no tanto — uno aquí, pensando que eso es algo propio de la experiencia humana y resulta que no, que lo estoy haciendo mal, que toda la comunidad escéptica utiliza un mismo tono (agresivo, además) y a mí nadie me dijo nada. Y anda, tan bonito que sería que cada quién pudiera usar los tonos que más natural se le dieran. E, igual, es que no hay forma amable de decirle a las personas que están siendo engañadas, o que creen paparruchas. Pero de ahí a que Richard Dawkins sea “violento” con sus palabras hay un trecho insalvable.
- Ciencia debatible: La siguiente acusación es que los escépticos no aceptamos que la ciencia sea debatible, especialmente como parte de una sociedad. Grodira no es muy claro en este aspecto, ni se molesta en presentar ejemplos. Cuando los escépticos hemos hablado de la ciencia y la política, siempre hemos abogado porque la política pública esté basada en la evidencia (o yo estoy leyendo a los escépticos equivocados). Por supuesto que hay que debatir sobre transgénicos, y energía nuclear, pero el debate debe ser sobre hechos en vez de pánicos morales. En otras ocasiones, se han cuestionado los recortes presupuestales para ciencia, con campañas que pretenden explicar lo que la ciencia permite y por qué hacer recortes presupuestales es un error. ¿Cómo es que algo de eso pone a la ciencia en una posición ‘indebatible’?
- Fuentes anglosajonas: Parece que Grodira enfocaba su artículo en atacar al movimiento escéptico de España; sin embargo, en busca de fuentes, halló a quienes ya intentan sabotear el escepticismo en el mundo anglosajón y le pareció adecuado incluirlos. Para esto, eligió a dos personajes. Primero, PZ Myers, un biólogo que se divorció oficialmente del movimiento escéptico pues la idea de que “lo que se puede afirmar sin evidencias se puede descartar sin evidencias” riñe con su ideología posmoderna de que si alguien pertenece a un grupo humano históricamente oprimido, hay que “escucharlos y creerles” a pies juntillas. En su deshonestidad intelectual, Myers no ha tenido reparo en acusar de delitos sexuales a varias personas, entre las que se cuentan Michael Nugent (presidente de la Asociación de Ateos de Irlanda) y Michael Shermer —quienes todavía creemos que nadie debe ser condenado sin evidencias contundentes que superen cualquier duda razonable, hemos declarado públicamente que nos desvinculamos de PZ Myers, pues no nos va el acusar sin evidencias—. Entre otras de las perlas de Myers se encuentra la falsa acusación a Christopher Hitchens de querer bombardear Irán sin importar las víctimas (algo que fue inventado por el periodista británico Tariq Ali y retomado por un tal Richard Seymour para su libro difamatorio de Hitchens, publicado justo tras la muerte de este). La otra fuente anglosajona de Grodira es el ‘periodista’ John Horgan, quien fue invitado a una conferencia de los escépticos de Nueva Inglaterra, donde se despachó contra el movimiento, por ir contra blancos “fáciles” y no compartir su orden de prioridades, lo que, como dejó muy claro Daniel Loxton, es un ataque sin fundamento. Pero Horgan no paró ahí; al igual que su compinche PZ Myers, tergiversó sobre una impresionante cantidad de temas: acusó a Shermer, Steven Pinker y Lawrence Krauss de posturas que, o bien no son ciertas, o que son ciertas y que ellos han adoptado porque son a lo que apunta la mejor evidencia disponible. (Las respuestas de Shermer, Pinker y Krauss tampoco se hicieron esperar.) Horgan también acuso a la comunidad escéptica de tribalismo (acusación que Grodira retoma), a pesar de que los escépticos atacamos ideas, no a personas (al menos no por el hecho de no pertenecer al mundillo escéptico). De esto hay más tela para cortar, pero se me iría la vida, y estoy seguro de que con los enlaces se apañan. Es preocupante que un medio de comunicación español se dé el lujo de rebajar tanto el listón en cuanto a la calidad de sus fuentes.
- Activismo político: La siguiente acusación de Grodira es que el activismo escéptico se presenta como científico y políticamente neutral, a pesar de que todo el activismo sería político, necesariamente se basa en principios morales y exige no dudar. De nuevo, a mí nunca me llegó la Guía Oficial para ser un Verdadero Escéptico™, así que lo estoy haciendo fatal. Lo de la neutralidad no lo entiendo: uno puede hacer activismo político sin necesidad de ser partidista. ¿Por qué tendría que alinearme como conservador o progresista para poder exigir que se eleve a la categoría de delito la venta de preparados homeopáticos? Y no sé a qué venga lo de los principios morales: uno puede construir un sistema moral y ético partiendo de una comprensión naturalista del mundo — para la muestra el humanismo secular, y cualquiera que no esté de acuerdo con sus postulados bien pueda elegir cualquier otro sistema moral.
- Lobby: En conexión con el punto anterior, Grodira asegura que el movimiento escéptico carece de efectividad política, en vista de que “predicamos para convencidos”. Tal vez esto sea lo más chistoso de todo, porque en el mismo artículo Grodira ha recopilado casos como la cancelación del máster de homeopatía en la Universidad de Barcelona y la suspensión de los espacios públicos que le iban a ser prestados al charlatán Josep Pàmiés. En junio de este año, Hipertextual entrevistó a los portavoces científicos de cuatro partidos políticos (Ciudadanos, Podemos, PSOE y PP) sobre temas como homeopatía y transgénicos, y las posturas de cada partido al respecto. Si es hacer el lobby mal, no me quiero imaginar lo que sería hacerlo bien.
- Endogámico: Luego llega la acusación de que el movimiento es endogámico. Si alguien ha visto cómo se ha desarrollado el sabotaje al movimiento escéptico anglosajón, la acusación no le parecerá nueva. Así como el posmodernismo ha creado en EEUU un hombre de paja, acusando a algún tipo de voluntad o sesgo que el movimiento esté compuesto en su mayoría de hombres blancos cisgénero, la versión en español es por “señores heterosexuales de mediana edad con estudios universitarios”. Y sí hay brechas de género (y de edad, y de clases), pero no hay evidencia de que esto sea deliberado. Es más, siendo un movimiento horizontal, sin líderes ni autoridades, cualquier persona puede hacer parte del mismo; no hay tests de color de piel, de ideología, de nivel de escolaridad ni de ingresos. Cualquiera puede abrir un blog y empezar a escribir sobre la evidencia (o ausencia de la misma) para cualquier cantidad de temas (y qué bueno si lo hacen).
- Falta de contexto: Luego viene la acusación de que los escépticos no tomamos en cuenta el contexto y que si las personas toman decisiones irracionales, una lección de Química o de Física no resolverá el asunto. Pero, de nuevo, como habrá más personas a las que tampoco les ha llegado la Guía Oficial para ser un Verdadero Escéptico™ (y como cada quien aporta según sus posibilidades), es virtualmente imposible que no haya un solo escéptico que dedique su tiempo y energía a abordar el contexto. La idea transversal del artículo de Grodira, de que todos los escépticos hacemos todo de la misma manera (siempre equivocada a sus ojos, por supuesto), es simplemente errónea; cada escéptico aporta en lo que puede, o lo que le gusta —así eso haga llorar a John Horgan—.
- Más prioridades: Para terminar, Grodira repite por n-ésima vez que la totalidad del movimiento tiene un problema de prioridades y, para sostenerlo, cita a Mario Bunge, quien —en una pataleta à la Horgan— critica los escépticos por no enfocar nuestros esfuerzos en la teoría económica estándar y el neoliberalismo. Tal vez sean ellos quienes leen a los escépticos que no son, pues tanto Mauricio-José Schwarz como Chemazdamundi han ofrecido críticas escépticas al neoliberalismo. Pero lo dicho: no se puede esperar que todos los escépticos escribamos o hagamos lobby sobre los mismos temas, pues es algo que no está en la naturaleza de un movimiento amorfo y vagamente definido como el escéptico.
Ahí termina el artículo de Grodira y yo no encontré nada para hacer un caso ni siquiera remotamente convincente de que los escépticos (o el movimiento) somos arrogantes, maniqueos o endogámicos —como característica definitoria del grupo—. Hay un puñado de testimonios negativos, y cada quién es libre de tener su propia impresión, pero no creo que ninguna persona que sepa leer pueda inferir que esas diferentes impresiones puedan sumarse para dar como resultado un conjunto de rasgos propios del movimiento.
Seguramente el movimiento escéptico cuenta con algunos personajes arrogantes y otros maniqueos —y seguramente, algunos hemos caído de vez en cuando en esas actitudes—, pero eso es algo que cabe esperar en cualquier grupo humano.
Sé que hay quienes creen que a este tipo de publicaciones interesadas no hay que ponerles atención, sin embargo, si el mundo anglosajón sirve de indicador, este no será el último artículo por el estilo. Todavía hay enemigos y saboteadores del escepticismo organizado que no han sido citados —por ejemplo Massimo Pigliucci—, y tergiversaciones que todavía no se han traído al español —como la de la psicología evolucionista, otro tema en el que PZ Myers no deja de ponerse en ridículo—. A diferencia de los blogs difamatorios montados para hacer ataques personales a los escépticos, un medio de comunicación tiene un poder de difusión y un nivel de audiencia que se encuentran en otro nivel y si no contrarrestamos sus afirmaciones, estaremos permitiendo que se difundan falsedades y afirmaciones delirantes (y, posiblemente, políticamente motivadas) impunemente — eso no es propio del movimiento escéptico (al menos con el que yo me identifico).
Este artículo no llegará a ni a la mitad de personas que leyeron el de Grodira, pero al menos sentamos el precedente de que, como cualquier otra afirmación, las descalificaciones deben estar sustentadas en evidencia para ser creíbles (y no, los testimonios son anecdóticos, no evidencia).
(imagen: Alex Proimos)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio