Desde hace unos días en Francia se ha avivado la prohibición del ‘burkini’ y de otras prendas religiosas que ponen de manifiesto el machismo incrustado en el islam. En un típico acto de progresismo locacional, muchos se han opuesto a la prohibición (lo que está bien) argumentando que las mujeres en Occidente también son oprimidas con la forma de vestir (lo que es terriblemente deshonesto en varios niveles) — esto ha sido resumido en la imagen que acompaña este post.
Sin embargo, es una falsa equivalencia. La imagen no es nueva para mí e, invariablemente, no puedo evitar hacer facepalm! cada vez que me cruzo con ella. Afortunadamente no soy el único y ahora, mientras comenta el lamentable prohibicionismo que parece estar apoderándose de Francia, la exmusulmana Hiba Krisht explica la falsa equivalencia entre el bikini y la burka (y el hiyab, el niqab, etc.), para los que todavía necesitan que se la deletreen:
Quizá por enésima vez, veo esta (seguro que bien intencionada pero terriblemente irritante) caricatura circulando:
Y a pesar de que la he visto cientos de veces (y visto el hijab comparado con los estándares de belleza occidentales mil veces), se las arregla para quitarme el aliento con lo severa y audaz que es esta falsa equivalencia.
En resumen, esta es la forma en que exhaustivamente son lo mismo:
Cuando la aceptación de la comunidad, el respeto, la dignidad, la empleabilidad, las posibilidades de casarse, la integridad física, el derecho al voto, la movilidad social, el acceso a las instituciones sociales, la libertad y la autonomía de una mujer dependan de que todos los días ella adhiera inquebrantable y públicamente al bikini, entonces podremos hacer esta comparación.
Cuando una mujer no pueda salir de su casa sino con un bikini para que no sea considerada inmoral y su valor humano y el honor de su familia no se vean comprometidos, entonces podremos hacer esta comparación.
Cuando haya fuertes fuerzas legales, sociales, y extrajudiciales que hagan que la seguridad, el bienestar y los medios de subsistencia de una mujer dependan de su adhesión al bikini, entonces podremos hacer esta comparación.
(No hace falta decir que todas o algunas de las limitaciones sistemáticas anteriores se manifiestan con diferencia a través de las diversas comunidades musulmanas.)
Esta comparación es una bofetada tan dañina e insultante que me dificulta respirar cuando la miro.
Permítanme abordar la equivocación más común con respecto a lo anterior.
Es algo como, bueno, el contexto es importante. Si bien es probable que no sea justo compararlas a nivel mundial, en Occidente a las mujeres no se les hace cubrirse así, mira [insertar plétora de contraejemplos].
Sinceramente para mí es un poco confusa esta idea de que ejemplos destacados de mujeres que defienden vocal y visiblemente su adhesión al hiyab en una determinada comunidad puedan actuar COMO EVIDENCIA de que el hiyab no es forzado en ese contexto.
Porque señalar ejemplos visibles de adhesión positiva y complaciente al hiyab no habla y no puede hablar de lo que ocurre en el caso de la disidencia.
La modestia sancionada es una cuestión muy, muy urgente y relevante en las comunidades musulmanas en Occidente. Las mujeres que sufren esto son en gran medida invisibles, están encerradas, y no son escuchadas, y, lamentablemente, a menos que uno esté inmerso en el problema, o tenga acceso a espacios seguros de exmusulmanes o de musulmanes reformistas, uno no corre el riesgo de exponerse a este problema, a su mecánica, a entender lo profundo que es. ¿Y las musulmanas que tienen visibilidad y cuyas voces son elevadas y avaladas por sus comunidades? No son las disidentes a las normas de su comunidad. ¿No es eso intuitivo?
No sé lo que la gente quiere decir o entiende por “coerción”, pero la adhesión positiva a la doctrina de la modestia no niega que haya constreñimiento.
Además de eso, cabe esperar que haya adhesión positiva a la doctrina de la modestia en presencia de sanción social y apoyo. Ajustarse a una norma social existente y sentirse libre y empoderada para hacerlo no sólo es totalmente posible en la presencia de constreñimiento sistemático, sino que también es alentado y permitido por este. Sobre todo si se trata de la adhesión en una comunidad que no tiene ningún contacto con personas que no pertenecen al grupo (por ejemplo, en particular las comunidades insulares).
Porque mientras que las que optan por cumplir la norma son visibles, las que no son libres de disentir no lo son.
Mirar a la mujer que insiste en que no se le obligó a ajustarse no dice nada sobre la mujer que no quiere ajustarse, y que no tiene nada parecido a la visibilidad para expresarlo.
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Publicado en De Avanzada por David Osorio