¡¡Aww, los intolerantes está ardidos!! No soportan que se le enseñe a sus hijos que la población LGBTI también tiene derechos y que no hay problema con ser gay o transexual.
Es uno de esos casos en los que se puede romper el mandamiento de “No Mentirás”, así que inventaron que el ministerio de Educación está enseñando educación sexual con unas cartillas de pornografía gay que jamás han sido utilizadas, y convocaron una marcha homofóbica que tuvo lugar ayer en diferentes lugares del país. Parte de su odio está concentrado en la ministra de Educación, Gina Parody, por el hecho de que es lesbiana.
Luego de esta clara violación de los mandamientos cristianos, convocaron un referendo para que en los colegios se enseñe el modelo de familia de la Biblia, porque ellos quieren que el matrimonio sólo sea entre un hombre y una mujer.
Sin embargo, la Biblia establece muchos tipos de matrimonio: por ejemplo, el de una viuda con el hermano de su esposo; o el de un violador con su víctima; o el de un señor con su esposa y la esclava de esta; o el del soldado masculino con la prisionera de guerra.
Lo chistoso es que pretenden imponerle su cuento de hadas a toda la población. El promotor del referendo, un tal Efraín Torres Plazas cree que el hecho de que la mayoría de los colombianos se traguen la historia del zombie judío significa que a los que no ponemos nuestra ignorancia en un pedestal y la llamamos dios —o los que tienen supersticiones competencia del cristianismo— nos pueden obligar a regirnos por sus creencias.
En un país civilizado, un referendo para imponerle a todos la creencia en Hansel y Gretel —o que se comporten en público de acuerdo a sus reglas— haría las delicias de las secciones de entretenimiento. En Colombia, ocupa las páginas de política.
Buena parte de la responsabilidad la tienen los clérigos, párrocos, sacerdotes y demás fauna local que han azuzado la homofobia y la transfobia desde sus púlpitos; rompiéndose las vestiduras por lo que personas adultas hacen en la privacidad de sus hogares de manera consentida. Pero esto era de esperarse — ya sabemos que tienen creencias fundamentalistas y que no se detendrán ante nada en su infantil intento de que todos las respetemos. Decir eso no es nuevo.
En cambio, vale la pena hacer otra reflexión: esto se pudo evitar. Que los analfabetos (y el partido político que capitaliza la ignorancia y el miedo) crean que pueden imponer sus creencias privadas en las instituciones públicas es producto de que no se tomaron las medidas para prevenirlo.
Colombia es un Estado laico y por lo tanto, las creencias religiosas no deben tener ninguna influencia ni privilegio en las entidades públicas. Si todos (o sea, todos los civilizados) trabajáramos por mantener la más absoluta y estricta separación entre Estado e iglesias, jamás se habría llegado a esto — en cambio, tenemos una Corte Constitucional tan torpe, que creen que no es violación del laicismo cuando ellos lo hacen, y por el otro lado tenemos un montón de figuras públicas que han callado cómplicemente frente a actividades que claramente destinaban recursos públicos a la promoción de religiones.
Ante la convocatoria a la marcha, mi timeline de Twitter se llenó de trinos de personalidades del país recordando que la Iglesia Católica ha protegido pederastas y cuestionando su idoneidad como guía moral de la sociedad… lo que está muy bien. Es sólo que yo no puedo dejar de preguntarme: ¿Dónde ha estado su indignación todo este tiempo?
¿Dónde estaba su indignación cuando la Corte Constitucional dijo que un crucifijo cristiano en su Sala Plena no violaba la libertad de cultos? ¿Dónde han estado Mauricio Albarracín, Pascual Gaviria, Daniel Samper Ospina, Gonzalo Guillén o Pirry —sólo por mencionar algunos de los que pasaron por mi feed en menos de cinco minutos— cuando se destinan recursos públicos para promover la Semana ‘Santa’ católica? ¿Dónde estaba su indignación durante las posesiones del Congreso adornadas con representante de la peste ensotanada?
La lista de cuándos es demasiado extensa para citarla por completo, pero el punto es claro: mientras ellos han tenido tribunas con amplia audiencia a su disposición, han hecho poco o nada para hacer respetar el laicismo, y por cuestionar su continua y constante violación. Si los servidores públicos de Caparrapí supieran que se les arma una tormenta mediática cada vez que siquiera consideran favorecer la religión con su cargo, estas chorradas homofóbicas y teocráticas jamás habrían ocurrido. ¿En serio nadie ha hecho antes la conexión de que erosionar el poder religioso en las instituciones públicas debilita cualquier imposición con la obsesión de turno —aborto, educación sexual, matrimonio, eutanasia, drogas, adopción, etc—?
Bueno, pues ahí les queda la reflexión. Ahora los intolerantes recogerán las firmas para un referendo y estaremos en manos de la Corte Constitucional. Cualquier persona con dos dedos de frente entiende que un referendo no puede vulnerar derechos fundamentales, por lo que la recolección de firmas se reduciría a una muestra de demagogia — al igual que el de esa impresentable Viviane Morales. El problema es que quienes decidirán al respecto serán los magistrados de la Corte Constitucional, que ya se han encargado de desmantelar cualquier atisbo de seguridad jurídica en el país… así que cualquier cosa puede suceder.
Los que se preocupan por la marcha y el referendo, tal vez quieran recordar este episodio la próxima vez que vean la capilla en la Universidad Nacional, el escudo de la Policía o al personal del servicio religioso castrense — y si siguen callados, luego no se quejen.
Mientras tanto, el Gobierno ya puso en marcha un plan de contingencia: el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, y delegados de Planeación Nacional se reunirán con todas las iglesias del país, para darles más prebendas a cambio de que voten favorablemente el plebiscito por la ‘paz’ y olviden la ‘ofensiva’ orientación sexual de Parody. ¡Uff, dignidad!
(imagen: Facebook Álvaro Uribe Vélez)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio