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Centro Educativo Aures en Barranquilla discrimina a estudiante gay y agnóstico

Ayer, El Espectador publicó el caso de William Triana, un estudiante de 17 años del Centro Educativo Aures en Barranquilla, donde lo han discriminado por ser gay y agnóstico:

De acuerdo con el joven, son tres los momentos en los que se ha sentido excluido. El primero de ellos ocurrió el 7 de abril, día en que la ciudad cumplía 203 años y una de las profesoras impuso a los alumnos hacer una oración. Quienes se negaron a rezar les fue asignada una nota de 1.0 en disciplina, por lo que Triana se levantó y aseguró no estar de acuerdo porque el colegio debía ser garante del derecho a la libertad de culto.

La docente replicó que ésta era “algo físico”, por lo que puso de ejemplo a otra estudiante que se reconoce como musulmana, pero según la profesora ella no lo es porque no tiene velo. “Y todos los ateos y musulmanes se pueden ir”, concluyó. La mamá de la menor fue al siguiente día a hacer el reclamo, pero el coordinador académico se excusó y respondió que todo había sido culpa de William, por “confundir a la docente”.

El tema no paró ahí. Más adelante, el 20 de abril el colegio organizó un evento con un motivador, que lideró la actividad con canciones y oraciones religiosas, por lo que Triana se negó a participar. Por esta razón, el coordinador le ordenó redactar un ensayo como castigo por su actitud. Aunque el docente negó que le haya puesto esa tarea, el recibido del documento está firmado por la secretaría de la institución.

Según la nota de El Espectador, los directivos del Centro Educativo Aures revelaron ante el papá de Triana su orientación sexual, algo que el señor no sabía y que causó problemas en la casa, al punto que el joven tuvo que irse por unos días (!).

Con tanto tanto amor cristiano, Triana interpuso una tutela contra las directivas del colegio por tratar de imponerle la religión y discriminarlo por su orientación sexual — en la respuesta a la tutela, el Centro Educativo Aures negó cualquier adoctrinamiento religioso, a pesar de que uno de los ejes temáticos de sus charlas ‘motivacionales’ era “el amor de dios”. Nunca deja de sorprenderme cómo los religionistas están dispuestos a romper los mandamientos que prohíben mentir y dar falso testimonio, todo en nombre de su dios.

El fallo de primera instancia encontró que el colegió violó la libertad religiosa y de cultos de William: “no cabe duda de que el ente educativo imparte doctrina religiosa de manera rigurosa a través de sus dependientes”.

Si mal no recuerdo, el artículo 442 del Código Penal castiga el falso testimonio. Sería una pena que el juez no compulse copias de la sentencia a la Fiscalía, para que investiguen a los funcionarios del colegio por faltar a la verdad en su testimonio. Y si él no lo hace, tal vez la Asociación de Ateos y Agnósticos del Atlántico quiera interponer la denuncia. O el propio William. O los activistas LGBTI. O cualquier persona medianamente preocupada por la eficaz y recta impartición de justicia.

(vía Diego Vargas)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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