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La importancia de reconocer la religión como causa del terrorismo

Alguna vez en Jerusalén hubo un accidente de tráfico que algún periodista genio reportó señalando que el dueño de uno de los vehículos era judío y el dueño del otro carro era palestino. Esa información pintaba menos que Donald Trump en una convención de Premios Nobel, porque no tenía ninguna relevancia para la noticia.

Así como hay periodistas dispuestos a explotar el conflicto árabe-israelí para atraer clicks, también los hay periodistas y políticos más que dispuestos a ignorar información relevante a una noticia, con tal de no ofender — porque ahora resulta que existen hechos ‘ofensivos’ (!).

Desde el 11-S hasta los ataques de este mes en Niza (Francia) y Würzburg (Alemania), los políticos han sido muy cuidadosos en no vincular al islam como la fuente de estos actos de terrorismo — los más valientes han recurrido a la excusa de la interpretación y a la de los ‘extremistas’. Los más cobardes se han refugiado en el racismo de menores expectativas, asegurando que los ataques han sido culpa de Occidente.

Además del valor noticioso que pueda tener la verdad, existen por lo menos tres motivos más por los que es deseable que políticos y periodistas empiecen a admitir la relación entre la religión y los actos terroristas que inspira:

  • Es lo correcto: Los Estados modernos se basan en una comprensión naturalista y causal del Universo. La mejor manera de hacerle frente a cualquier reto, problema, dificultad y obstáculo es diagnosticándolo correctamente, para poder tomar medidas con base en ese diagnóstico. Mientras los medios y los políticos sigan empecinados en negar que los actos terroristas se pueden derivar de los libros ‘sagrados’ y las ideologías religiosas, estarán enturbiando más el panorama, haciendo más difícil su diagnóstico, tratamiento y prevención. En ese sentido, también comparten la responsabilidad de todos los futuros ataques terroristas de inspiración religiosa y tendrán sangre en sus manos —algo que parece traerles sin cuidado—.
  • Deja de empoderar a la extrema derecha: Buena parte del resurgimiento de la extrema derecha en el mundo (Trump, Brexit, Uribe, Wilders, Le Pen) se ha debido a la cobardía de los políticos tradicionales y su corrección política. Cuando Trump hace comentarios abiertamente racistas, es celebrado porque no se anda con el temor de ofender a grupos enteros de personas. Es populismo, sí; pero cuando la ciudadanía se canse de la corrección política, la extrema derecha estará ahí para recibir sus votos. Irónicamente, la negativa a admitir que un musulmán cometió un acto terrorista motivado por sus creencias religiosas fortalece los sectores políticos que juzgan a las personas por su color de piel y país de origen, en vez de por sus actos.
  • Presiona a las comunidades musulmanas: Como explicaba hace poco Sam Harris en conversación con Dave Rubin, identificar la relación entre la religión y los actos terroristas es una forma de presionar a las comunidades musulmanas para que pongan su casa en orden. Todos están de acuerdo en que el islam debe pasar por un proceso de Ilustración para que, por lo menos, se deje de considerar normal matar a los infieles, y este proceso sólo puede gestarse al interior de las comunidades musulmanas. Si las comunidades musulmanas no sienten la presión para empezar su proceso de reforma, puede que no lo hagan nunca o se demoren siglos en llevarlo a cabo. ¿Cuántos muertos a manos de sus correligionarios serán suficientes para empezar a hacer esta presión?

Y es que la honestidad siempre es la mejor política — ¡quién diría!

(imagen: Day Donaldson)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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