Como parte del proceso de ‘paz’, entre el Gobierno y el grupo terrorista Farc eligieron a 12 académicos para conformar la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, cada uno de los cuales hizo un reporte (¡no revisado por pares!) sobre las causas del conflicto colombiano.
Entre los 12 elegidos estaba el señor Renán Vega Cantor, historiador y economista que se desempeña como profesor en la Universidad Pedagógica Nacional. Su reporte causó gran controversia porque Vega se inventó 53 violaciones, supuestamente cometidas por el ejército de EEUU en territorio colombiano.
Cuando La Silla Vacía reportó que Vega no tenía cómo sustentar su afirmación, Vega decidió demandar a ese medio y a dos personas que citaron a La Silla Vacía: el columnista de Semana Alfonso Cuellar y al blogger de El Tiempo Andrés Sánchez, quien resultó absuelto en primera instancia. (Revelación pertinente: Andrés es amigo mío y lector de De Avanzada.)
La Silla Vacía y Cuellar no corrieron con la misma suerte y fueron condenados en primera instancia, lo cual, es una soberana ridiculez, pues lo único que tenía que hacer Vega era sustentar su afirmación con evidencias y ellos habrían rectificado — como mencioné en el monitoreo mensual, es preocupante que cuando un profesor no pueda defender sus afirmaciones si estas son desafiadas pretenda recurrir a los tribunales para que no se cuestione su ‘versión’ de los hechos. Es una actitud censora que cualquier persona que valore la libertad de expresión y el libre intercambio de ideas repudiaría.
Pero el caso no es sólo el de un tipo intentando ganar en los tribunales lo que no puede ganar en lo académico. Resulta que La Silla Vacía es, de lejos, el mejor medio de comunicación en Colombia —algo que queda patente con sólo visitar el sitio y notar la ausencia de secciones de horóscopo o deportes— y, para más inri, es un medio independiente, una promesa de valor que ha sabido cumplir y valorar, por ejemplo, renunciando a la publicidad política y haciendo públicos los posibles conflictos de intereses de sus periodistas —y manteniéndolos al margen en el tratamiento de los temas donde podrían estar comprometidos—. Por supuesto, no son perfectos (por ejemplo, en el tema de laicismo están más perdidos que Simón Bolívar en La Guerra de las Galaxias) pero son el medio de comunicación más valioso y hasta valeroso del país.
Un ataque rastrero como el de Vega a La Silla Vacía es un ataque directo a la libertad de expresión y de prensa del país, por lo que no puedo sino expresar mi entera solidaridad y satisfacción al saber que La Silla Vacía ganó el juicio en segunda instancia ante Vega; por lo menos hay cordura en el Tribunal Superior de Bogotá.
Como guinda del pastel, resulta que hace unos años Vega escribió un artículo conspiranóico sobre el 11-S que fue publicado en el portal Rebelión, una cloaca de criptocomunismo, desprecio a la civilización y apología del terrorismo (son de los que culpan de todo a EEUU/Occidente). Lo cuestión es que los portales tipo Rebelión, Red Voltaire o RT suelen hacer apasionadas críticas a los medios tradicionales y acusarlos de falta de independencia. Así que la ironía quema bastante cuando uno de sus contribuyentes demanda al medio más independiente y serio de Colombia por hacer precisamente eso: periodismo serio e independiente.
Así que Vega no sólo no puede sustentar sus afirmaciones en su reporte de la Comisión Histórica, lo cual ya es suficientemente malo, sino que además ha hecho afirmaciones delirantes y demostrablemente falsas sobre un ataque terrorista que tuvo repercusiones a nivel global y cambió la historia para siempre. Por supuesto que alguien así va a recurrir a los tribunales, pues está acostumbrado a decir cualquier barbaridad sin necesidad de sustentarla. Pobres sus estudiantes.
Y no es que Vega sea una rareza tropical o autóctona exclusiva de Colombia. En España, Eduardo Garzón, asesor del ayuntamiento de Madrid y hermano del líder del partido Izquierda Unida, borró los tuits en los que se hacía eco de las disparatadas opiniones de Vega sobre el 11-S. La diferencia radica, claro, en que España no está inmersa en un proceso de ‘paz’ con grupos terroristas, mientras que en Colombia casi no se habla de otra cosa.
Para ser algo a lo que se le da tanta importancia, uno no puede dejar de preguntarse si en La Habana se están tomando en serio el proceso de ‘paz’, en vista de que no tuvieron el menor atisbo de vergüenza al incluir a Vega en la Comisión Histórica. Lo peor de todo es que la de Vega es una narrativa bastante predecible y aburrida: todo es culpa de EEUU y Occidente, y cualquier delito cometido en su oposición es perdonable y puede ser frivolizado. Y pensar que hay tantos escritores talentosos que darían lo que fuera por tener una oportunidad así — al menos escribirían ficción no predecible… y, quién sabe, hasta algo de verdad podría haber llegado a la Comisión Histórica.
(imagen: La Silla Vacía)
____
Publicado en De Avanzada por David Osorio