En Colombia no es extraño encontrar iconografía católica invadiendo y afeando el espacio público, algo con lo que esa superstición cosecha las ventajas de la teocracia que imperó hasta bien entrado el siglo 20.
Por ejemplo, en Floridablanca (Santander) hay una estatua de la figura mitológica católica de la ‘virgen’ estorbando el paso peatonal en el barrio Zapamanga — la imagen fue denunciada precisamente porque viola el laicismo y, ohh, casualidad, la estatua empezó a ‘llorar’ sangre:
El aparente milagro provocó la presencia de fieles creyentes que se arrodillan a rezarle a la imagen e inclusive buscan que clérigos religiosos avalen el milagro.
[…]
Según algunos residentes del sector que pidieron no publicar su nombre, las aparentes lágrimas de sangre que brotan de la imagen no son más que una estrategia para que no sea demolida la figura, la cual fue instalada sin ningún tipo de permiso.
Que llore o no llore es irrelevante — Colombia es un Estado laico y su espacio público no tiene por qué verse asaltado por iconografía religiosa de ningún tipo, así sean obras que rompan las leyes naturales.
Y no es necesario destruir la estatua: se le puede vender a la parroquia local, que al comprarla, podría evitar que se destruya la estatua que supuestamente llora.
(vía Diego Vargas | imagen: Vanguardia ‘Liberal’)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio