En Colombia, la ciencia es vista con desdén — unos por religiosidad, otros por ideología (posmodernismo, mamertismo) y otros por ignorancia. Por eso, en vez de ser una política de Estado, para los políticos la ciencia sólo es un fortín burocrático.
Y no es de extrañar que usen el presupuesto de la ciencia para lo que no es.
Caso en concreto: La Silla Vacía acaba de publicar un desgarrador artículo que confirma esta cruda realidad — La plata de la ciencia terminó en otras cosas:
La principal conclusión es que casi no se han aprobado proyectos dedicados a la ciencia, muy pocos a la tecnología y algo más a la innovación. La mayor parte de la plata se ha ido a mejorar la productividad, sobre todo en el agro, y a fomentar la educación en ciencias entre niños – objetivos que no son los centrales en un sistema de ciencia, tecnología e innovación.
Cuando hicieron la reforma a las regalías, a algún genio se le ocurrió darle el poder de aprobar proyectos a los gobernadores, y sumarles el poder de decidir quién ejecuta los proyectos.
En la práctica, eso ha significado que muchos proyectos se quedan sin financiación porque no son ‘interesantes’ para el gobernador de turno (no hay un retorno de la inversión inmediato, por ejemplo), y cuando los proyectos son aprobados, las Gobernaciones se designan a sí mismas como ejecutoras.
De los más de dos billones de pesos de inyección de regalías, sólo 9 mil millones se han destinado a investigación —sólo tres proyectos—, y 5 mil millones a tecnología —en sólo un proyecto—; el resto se ha gastado en otras cosas (posgrados, educación de niños, el agro) o sigue en los bancos.
Realmente es para echarse a llorar.
(imagen: Alex Proimos)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
