Cuando el cáncer de Christopher Hitchens fue de conocimiento público, muchos especularon con una conversión en el lecho de muerte; de hecho Hitch les salió al paso y aclaró que si eso alguna vez llegaba a pasar sería porque habría dejado de ser él mismo — y que el Christopher Hitchens que conocimos ya no existiría. En sus palabras: “En el caso de que alguien alguna vez oiga o lea un rumor de tal cosa, no habría sido hecho por mí. […] Nadie reconocible como yo podría hacer jamás una observación tan ridícula“.
En su libro Mortality, en el que cronicó su “lucha contra el cáncer” y las experiencias que esta le había traído, el Hitch siguió rechazando y burlándose de la idea de convertirse en su lecho de muerte — al fin y al cabo, ¿cómo podría alguien considerar como legítima una anotación de su bando cuando sólo son carroñeros esperando a que las facultades mentales de la víctima estén lo suficientemente débiles?
Ahora, un tal Larry Alex Taunton, un creyente que dice haber sido amigo de Hitch, quiso rentabilizar la muerte del Jinete, y escribió el libro The Faith of Christopher Hitchens, donde aprovecha la ausencia de Hitchens para afirmar que se convirtió en su lecho de muerte — vaya ‘amigo’.
Como las críticas no se hicieron esperar, Taunton salió a decir que el Hitch no se convirtió sino que alcanzó a “contemplar la conversión” en su lecho de muerte:
Christopher estaba buscando un sistema unificador del pensamiento. Me están acusando de decir que se convirtió. No hago ninguna afirmación al respecto. No es mi afirmación que Christopher se convirtió, es que Christopher estaba contemplando la conversión. Creo que lo sustento en el libro.
Pero por supuesto no lo sustenta en el libro. Tras la muerte de Hitch, su viuda, Carol Blue, declaró que la religión no fue un tema importante en cuanto a su enfermedad:
Cuando él reveló su lamentable estado físico, hubo una discusión sobre si iba a tener una conversión en el lecho de muerte y abrazar la religión en busca de consuelo o salvación.
Eso nunca ocurrió, dijo la Sra Blue.
“El vivió fiel a sus principios hasta el final. Para ser honesta, el tema de Dios no surgió“.
El libro también está siendo criticado por otras personas cercanas al Hitch:
Steve Wasserman, quien fue amigo de Hitchens durante 30 años, co-albacea de su herencia y estuvo con la familia de Hitchens a su muerte, dijo que las afirmaciones del libro son “mezquinas” y “atroces” cuando se las leyeron.
“No estoy en condiciones de disputar lo que Taunton dice que fueron conversaciones privadas”, dijo por teléfono desde New Haven, Conn, donde es editor ejecutivo de la Yale University Press. “Pero realmente creo que es algo turbio. Revela una falta de respeto. Esta no es la forma de debatir las creencias de Christopher Hitchens — reportar conversaciones no verificables, que sorprendentemente contradicen todo lo que Christopher Hitchens dijo o representó alguna vez“.
Benjamin Schwarz, editor de Hitchens en The Atlantic, donde publicó algunos de sus mejores trabajos, dijo, “que Christopher tuviera amigos evangélicos es testimonio de su tolerancia intelectual y anchura de corazón, no de una religiosidad encubierta”.
Y Michael Shermer, ateo y fundador de la revista Skeptic, quien leyó el manuscrito del libro y le gustó su descripción de la amistad entre los dos hombres —lo suficiente como para escribir palabra favorables para la portada— dijo que las afirmaciones de Taunton del coqueteo de Hitchens con la conversión eran “exageradas”.
Hitch tuvo la mala fortuna de conocer a Taunton cuando retó a cualquier creyente a un debate; Taunton —que tiene una empresa que promueve el cristianismo— aceptó el reto y arregló algunos debates entre Hitch y varios cristianos prominentes. De ahí, nació una relación en la que Hitch ofreció una amistad sincera, mientras Taunton vio un filón de negocio.
Es triste pensar que el Hitch pasó tantos momentos de su valioso tiempo con alguien que sólo estaba ahí para ganar provecho para su agenda política. Christopher Hitchens merecía mejores amigos — mejor dicho, verdaderos amigos.
En cuanto a las afirmaciones de conversión (o de “contemplar la conversión” en el lecho de muerte), bien vale aplicar la navaja del propio Hitchens: lo que se puede afirmar sin evidencia, se puede descartar sin evidencia. Y las conversaciones privadas en las que Taunton se basa para desprestigiar al Hitch no son evidencia de nada.
O igual yo puedo decir que en su lecho de muerte, en conversaciones privadas conmigo, Juan Pablo II se conviritó al ateísmo. ¡Y tan pancho!
(vía Friendly Atheist)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio