En un juicio por pederastia en Francia, un obispo católico dijo que no sabía si la pederastia era un pecado — esto le valió el repudio injustificado de las víctimas:
El obispo francés Stanislas Lalanne afirmó que la pedofilia es “un mal”, pero que “no sabría decir” si es un pecado, declaraciones que provocaron el miércoles la reacción de una asociación de víctimas.
“La pedofilia es un mal ¿Es del dominio del pecado? Eso yo no sabría decirlo, es distinto para cada persona. Pero es un mal y lo primero que hay que hacer es proteger a las víctimas o las eventuales víctimas”, dijo Lalanne, obispo de Pontoise (periferia de París) en declaraciones a RCF, red de 63 radios cristianas francohablantes.
Monseñor Lalanne intervenía en una emisión consagrada al tema “La Iglesia de Francia frente a la pedofilia”, en momentos en que el arzobispo de Lyon (este), cardenal Philippe Barbarin, es objeto de una investigación judicial por no denunciar agresiones sexuales de un sacerdote de su diócesis.
Yo no entiendo la reacción de las víctimas: la Iglesia es una entidad privada que puede decidir qué les parece pecado y qué no. Son gente que considera pecado hacerse tatuajes o divorciarse, mientras su libro sagrado regula la venta de las hijas como esclavas. ¡Y tienen derecho a creer eso! Es su Iglesia. Si para ellos la pederastia no es pecado, tienen todo el derecho de creer eso.
Todavía no sé si es más absurdo o más infantil creer que las reglas de una religión pueden cambiarse por voluntad democrática: la palabra de dios es inmutable y de nada sirve tener la verdad absoluta y ser una entidad privada, si se cambia de valores según sople el viento.
Las víctimas necesitan empezar a darse cuenta que una cosa es la sociedad civil —que debe respetar los derechos de todos, incluso de los retrógrados que no pueden decidir si la pederastia es condenada por su amigo imaginario— y otra cosa son los preceptos morales de entidades privadas. Laicismo básico.
(imagen: EuropeIsraël)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio