La semana pasada terminó con un mal sabor de boca, pues el Consejo de Estado consideró que la expresión “Dios y Patria” del escudo de la Policía Nacional no vulnera el laicismo — pero no hagan facepalm todavía, que la decisión es mucho peor de lo que suena:
El alto tribunal negó una acción que buscaba la nulidad de la Resolución 5916 de 1984 expedida por el director General de la Policía Nacional y en el cual se establece como componente del escudo la expresión “Dios y Patria”. En el debate jurídico no se aceptaron los argumentos del accionante.
“Para la Sala la inclusión de la expresión ‘Dios’ en el escudo de la Policía Nacional, no invoca una deidad a la cual le rinda culto la institución pública, ni se puede confundir con un teísmo o religión en particular, sino que, se repite, la misma resalta unos valores éticos que instan a los miembros de esa Fuerza Pública a prestar un servicio a la comunidad”, indica la decisión.
En este sentido se indica que la expresión “Dios” es de carácter general y abstracto, indicando que esto no representa que la Iglesia esté haciendo una intromisión en el desarrollo del ordenamiento jurídico colombiano. Resalta que la Institución no está coartando la libertad religiosa y de cultos de los policías.
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La Sala considera que la Carta Magna de 1991 “destaca un valor positivo que debe guiar la actividad de sus integrantes, para dar lo mejor de sí mismos en pro de la consecución de los fines esenciales del Estado”.
Casi que no sé por dónde empezar. ¿A qué persona con dos dedos de frente le parece que la expresión ‘Dios’ no invoca a una deidad? ¡Y ese es el argumento menos absurdo de todos!
De hecho, creo que los magistrados se están buscando una denuncia por discriminación al afirmar que la palabra ‘dios’ “resalta unos valores éticos”. Porque de ese orden de ideas se colige que los ateos no tenemos valores, lo cual es una mentira como la copa de un pino: no existe una sola buena acción que un creyente pueda hacer que un ateo no pueda igualar y superar (y lo contrario también es cierto: muchas malas acciones tienen una causa exclusiva en la creencia en amigos imaginarios). La ética no es patrimonio de la religión.
Además, los magistrados tienen que fallar en derecho y la Corte Constitucional ha sido bastante clara cuando ha repetido que Colombia es un Estado laico: el laicismo también se viola con expresiones religiosas abstractas y generales.
Qué vergüenza de sentencia. No se explica uno cómo personas preparadas pueden fallar tan épicamente en hacer un simple silogismo: el Estado no puede promover creencias religiosas (ni siquiera generales y abstractas), la palabra “dios” promueve una forma de creencia religiosa, ergo, es inconstitucional, punto. ¿Qué tan difícil puede ser? Al Estado no le corresponde promover valores y, como pone de manifiesto este caso, además lo hace fatal cuando lo intenta, perpetuando estereotipos absurdos y discriminación.
Y si los ateos realmente somos tan malos tipos, ¿por qué no veo a los magistrados rechazando la porción de sus jugosos salarios que salen de nuestros impuestos? Es que para cobrar, sí, pero para garantizarnos la igualdad, no.
(vía Miguel Ángel Sanjuanelo, Daniel Rojas y Edwin Bautista)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio