Hace 10 años, en el Instituto Nacional de Cancerología (INC) se formó un grupo de investigación para estudiar la calidad de vida de los pacientes con cáncer avanzado.
El grupo, dirigido por el psiquiatra y epidemiólogo Ricardo Sánchez Pedraza, encontró que muchos colombianos recurren a tratamientos pseudocientíficos:
El 73 por ciento de los pacientes que llegan al Insti-tuto Nacional de Cancerología (INC) usan terapias alternativas y complementarias contra el cáncer, especialmente remedios de plantas como la caléndula, el noni (un fruto exótico del sudeste asiático) y la sábila con miel. Además de estas, son populares los embriones de pato y la sangre de chulo. Los médicos no formulan estos remedios, sino los amigos o familiares que conocen a alguien que también ha padecido esa enfermedad.
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Los estudios hechos por este grupo muestran que la mayoría son complementarias puesto que los pacientes que llegan al INC reciben tratamientos estándar. Pero Sánchez cree que en el país podría haber muchos pacientes con cáncer que solo acuden a las alternativas por mitos y creencias sobre las terapias comunes, lo cual afecta negativamente el desarrollo de la enfermedad.
La gente aplica ese tipo de terapias aún más en los niños con cáncer que en los adultos. El grupo no solo encontró que 81 por ciento de ellos las recibe, sino que hay casi 80 modalidades de tratamiento. Por ejemplo, en casos de leucemia infantil, el más usado es la dieta de frutos rojos pues el color se asocia con el de la sangre.
Aunque esos tratamientos no curan ni controlan el cáncer, el grupo ha encontrado que algunos traen beneficios. En estudios internacionales, la espiritualidad ha mostrado ser efectiva para reducir los niveles de estrés, ansiedad y depresión. Aclara que esto es diferente de la religiosidad: “Ir a misa y rezar para prolongar la vida no sirve para nada”, explica. Por el contrario, una persona espiritual puede ser atea y darle sentido a su situación con valores como la bondad. Actualmente, el grupo de Sánchez adelanta un estudio para ver la eficacia de una terapia desarrollada en el instituto para la búsqueda de sentido en estos pacientes.
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A pesar de que mucha gente los consume, no existe literatura científica sobre el beneficio del noni, del veneno del escorpión azul ni de la sangre de chulo. En este último caso, los pacientes lo toman porque consideran que un animal que come tanta basura debe tener un sistema inmunológico a prueba de todo. Piensan que beber su sangre caliente, por lo tanto, transferiría anticuerpos para combatir los tumores. Pero ese raciocinio, explica el investigador, no tiene ningún asidero científico.
Aún más, puede ser perjudicial porque se ha encontrado que el chulo tiene metales pesados que interfieren con los tratamientos convencionales. Los antioxidantes también son contraproducentes porque protegen a las células tumorales de los medicamentos que las atacan.
Los médicos casi nunca hablan de estos temas con sus enfermos. “Cuando un paciente le cuenta que toma anamú, otra planta que se considera anticancerígena, ellos dejan que se la tome sin saber si está haciendo daño”. Esta falta de guía es preocupante porque podría quitar a los pacientes la oportunidad de recibir terapias que sí sirven.
Aún falta mucha investigación para conocer a ciencia cierta los alcances de estas terapias. Por ahora se sabe que no curan. “Si alguien lo dice es un mentiroso”, señala Sánchez.
Es increíble cómo la gente se indigna —acertadamente— por la venta de salvavidas falsos, pero cuando los charlatanes venden tratamientos que no funcionan, entonces son “sus creencias”.
Lo peor de todo es que dejen a los niños sin tratamientos —y digan que también son “sus creencias”, cuando estos no tienen los elementos de juicio para decidir si creen en eso o no—. Que los adultos renuncien a la verdadera medicina si quieren, es su vida, pero meter someter a los niños a estos no-tratamientos es maltrato infantil.
(imagen: Curious Expeditions)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio