Desde hace un tiempo entendí que la “discriminación positiva” no tiene nada de positivo, así como no puede haber racismo positivo o sexismo positivo. Por definición, toda discriminación es negativa.
Ahora, la investigación ha demostrado que las políticas de diversidad de las empresas no ayudan a las mujeres ni a las minorías e, incluso, resultan contraproducentes:
Las empresas estadounidenses gastan millones al año en programas y políticas de diversidad. Las declaraciones de misión y los materiales de reclutamiento que pregonan el compromiso de las empresas con la diversidad son omnipresentes. Y muchos gerentes están encargados de la compleja meta de “gestión de la diversidad” — lo que puede significar cualquier cosa que garantice la igualdad desde cumplir con oportunidades de empleo, a instituir programas culturales de formación de la sensibilidad, hasta enfocarse en la contratación y retención de minorías y mujeres.
¿Sirven todos estos esfuerzos? En términos de la creciente diversidad demográfica, la respuesta parece ser no realmente. Los programas de diversidad más utilizados hacen poco para aumentar la representación de las minorías y las mujeres. Un estudio longitudinal de más de 700 empresas estadounidenses encontró que la implementación de programas de formación de diversidad tiene poco efecto positivo e incluso puede reducir la representación de las mujeres negras.
La mayoría de la gente asume que las políticas de diversidad hacen que las empresas sean más equitativas para las mujeres y las minorías, aunque los datos sugieren lo contrario. Aún cuando existe evidencia clara de la discriminación en una empresa, la presencia de una política de diversidad lleva a la gente a descartar las afirmaciones de tratos injustos. En investigaciones anteriores, hemos encontrado que esto es especialmente cierto para los miembros de grupos dominantes y los que tienden a creer que el sistema es generalmente justo.
Todo esto tiene un efecto real en la corte. En un caso de demanda colectiva de 2011 ante la Corte Suprema, Walmart usó con éxito la sola presencia de su política de lucha contra la discriminación para defenderse de las acusaciones de discriminación de género. Y Walmart no está sola: la “defensa de la diversidad” a menudo tiene éxito, haciendo que las organizaciones respondan menos por las prácticas discriminatorias.
Hay otra manera en que la retórica de la diversidad puede dar lugar a creencias inexactas y contraproducentes. En un experimento reciente, encontramos evidencia de que no sólo hace que los hombres blancos crean que las mujeres y las minorías están siendo tratados equitativamente —independientemente de si eso es cierto o no— también los hace más propensos a creer que ellos mismos están siendo tratados injustamente.
El artículo sugiere que los gerentes inviertan más en crear mensajes y programas que le lleguen a los empleados como más inclusivos y exigirle rendición de cuentas a esos programas pues, hasta ahora, el mayor logro de las políticas de diversidad ha sido proteger a las empresas de demandas por discriminación —como en el caso de Walmart—.
A modo de sugerencia, creo que la mejor manera de vivir la diversidad es con programas, políticas y mensajes que, de hecho, traten a todos por igual y que nadie reciba un mejor trato por su color de piel o sexo —o cualquier otro rasgo biológico o ideológico—, y sin hacer alusión a grupos o géneros específicos.
Mejor dicho, que la igualdad sea algo tan obvio que ni siquiera tengan que mencionarlo.
(imagen: The Blue Diamond Gallery)