En estos días, en Guatemala se discute si ascender a General del Ejército una estatua de la figura mitológica central del cristianismo:
Los católicos que asistieron a la misa de gallo de la noche del 24 en el templo de La Merced, uno de los más tradicionales de la capital guatemalteca, se llevaron una sorpresa mayúscula. El oficiante, Orlando Aguilar, anunció durante la homilía que la imagen del Nazareno, la más venerada del templo, recibiría el grado militar de general por decisión del presidente Alejandro Maldonado Aguirre, en su calidad de Comandante General del Ejército.
El primer sorprendido fue el arzobispo primado de Guatemala, Óscar Julio Vian, que inmediatamente se desmarcó de una decisión tomada al margen de las autoridades católicas del país. “Es lamentable que hayan tomado una decisión de esa naturaleza sin consultarla antes con las autoridades eclesiásticas”, escribió en su cuenta de Twitter. “Les recuerdo que no he autorizado ese ascenso. Nunca fui consultado al respecto”, insistió ante la prensa.
Según The Guardian, el presidente Maldonado se negó a hacer el ascenso, pero según El País, el ascenso sigue en pie.
Cualquiera que sea el caso, no sé qué es peor: que haya quienes creen que las estatuas merecen algún tipo de grado militar (¡y que ganan ascensos!) o que las decisiones castrenses deban pasar por la autorización del arzobispo local, cuando Guatemala es un Estado laico y no tendría por qué privilegiar el cristianismo por encima de otras creencias y descreencias.
(vía The Freethinker)