Desde el año pasado empezó una campaña contra la vacuna del VPH; la campaña que contó con la complicidad de los medios y la participación de funcionarios públicos como el procurador Alejandro Ordóñez y el senador Fernando Araújo.
Pues la vacuna es segura y si alguien todavía quiere saber qué fue lo que le pasó a las niñas de Carmen de Bolívar, la explicación más plausible y que se ajusta a la evidencia es que tuvieron una enfermedad psicógena masiva, que nada tuvo que ver con la vacuna del VPH — sin embargo, los antivacunas no permitirán que estos hechos incómodos obstaculicen su ideología así que demandaron la ‘obligatoriedad’ de la vacuna:
[E]n la demanda, se advierte que esta expresión de ‘obligatoriedad’ viola derechos fundamentales consagrados en la Constitución al considerar que no puede obligarse a nadie en el país a vacunarse, en este caso, contra el virus del papiloma humano.
Según la nota, la Corte Constitucional no dictó sentencia por ahora, aunque podrían hacerlo en cualquier momento. Lo preocupante es que la Corte tiene un historial de dejarse meter los dedos en la boca por charlatanes — para la muestra: psicoanálisis, anti-antenas, homeopatía y etiquetado de transgénicos.
La idea de que los padres pueden criar a sus hijos como quieran tiene la absurda conclusión lógica de que pueden hacer lo que les dé la gana con los niños, o sea que estos quedan desprotegidos de los caprichos de sus padres.
Si los quieren matricular a una religión, al partido nazi, o golpearlos, dirán que son derechos de los padres… pero no lo son. El Estado debe proteger a los menores de estos excesos y para eso existen los servicios infantiles, que intervienen cuando los niños son desatendidos, maltratados o no reciben una alimentación suficiente. Si unos padres creyeran que lo pertinente sólo es darle de comer una vez al día a los hijos, el Estado tendría que intervenir, pues hay una obligación de darles una alimentación adecuada, independientemente de las creencias paternas. ¿Esto atentaría contra los derechos fundamentales de los padres? No, para nada.
La obligación de llevar al hijo al médico cuando enferma tampoco atenta contra los derechos paternos — el derecho fundamental es el del acceso a tratamientos de salud efectivos y se le garantizaría al niño. Igualmente, dimos con una forma efectiva y segura de reducir drásticamente las tasas de cáncer de cuello uterino, prácticamente sin efectos secundarios, por lo que permitir que la vacuna sea ‘optativa’ es un asalto a los derechos fundamentales de los niños.
No existe el derecho fundamental a que la ignorancia o el miedo de los padres les cueste bienestar y la salud a sus hijos.
Es increíble todo lo que la gente está dispuesta a hacerle a sus propios hijos, que resulta ilegal y hasta delito hacerle a un extraño.
(imagen: Blake Patterson)