En 2013, con el lanzamiento de su libro Seeds of Hope, conocimos la postura antitransgénica de Jane Goodall (y las acusaciones de plagio); entonces señalé lo irónico que de su libro regañe a quienes se oponen al consenso científico sobre cambio climático cuando ella, a su vez, promueve la oposición al consenso científico sobre transgénicos.
Desde entonces, poco ha cambiado, como podemos ver en una entrevista que El Espectador le hizo Goodall esta semana:
¿Cuál considera que es el mayor problema de la humanidad?
Tres problemas que se entrecruzan. El primero es la extrema pobreza que lleva a que no se pueda acceder a los alimentos. El segundo es el estilo de vida insostenible de muchas otras personas que compran un par extra de zapatos sólo porque se ven bien, pero no porque los necesiten o compran demasiada comida y la botan a la basura. Y el crecimiento de la población humana. Si tomamos esos tres problemas, vemos que han conducido al cambio climático.
[…]
Ya fue la “Mensajera de la paz” de Naciones Unidas. Si pudiera ser la ministra ambiental del mundo, ¿cuáles serían sus tres proyectos claves?
Ministra ambiental del mundo… qué pensamiento tan horrible (risas). Una cosa que definitivamente haría sería prohibir a Monsanto y compañías de ese estilo, porque son malvadas. Los pesticidas que esparcen sobre los cultivos y la manera en que hacen agricultura, que es de monocultivo e inmensa. Una cosa que haría sería volverlo chatarra y decir que debemos volver sobre la agricultura sostenible. Las personas comerciales y los grandes agricultores dirían: “Si usted quiere alimentar al mundo debe tener esta forma convencional de agricultura” ¡Eso no es cierto! Hay mucha gente que demuestra que se puede alimentar al mundo de una manera sostenible sin dañar al medioambiente.
Ese es uno. ¿Y los otros dos?
Haría algo contra la polución. Contaminamos los ríos y la Tierra. Y eso incluiría la minería de oro que contamina terriblemente los ríos. Finalmente, mi tercero, conservar el agua.
Como entonces, Goodall sigue padeciendo de monsantofobia.
Y además resulta que, a la larga, todas las compañías son como Monsanto, así que Goodall prácticamente prohibiría toda la economía.
Pero para mí, lo más absurdo de todo es querer acabar con los transgénicos y, a la vez, querer combatir la pobreza y el cambio climático. Los transgénicos son nuestra mejor apuesta para combatir la pobreza, el cambio climático y para hacer un uso más eficiente de los recursos — esta misma semana supimos que los cultivos transgénicos de maíz y algodón en Colombia han beneficiado a los campesinos y redujeron significativamente el uso de agua.
Así que lo siento, pero no se puede tener ambas cosas a la vez. Hace dos años me pregunté si quedaba esperanza para Jane Goodall — hoy parece merdidianamente claro que no: quien fue una gran científica y ayudó a mejorar el conocimiento humano, hoy ha abandonado las evidencias y ha puesto su prestigio al servicio de una ideología anticientífica que no hace sino empeorar aquellos problemas por los que Jane Goodall dice preocuparse terriblemente.
(imagen: Erik (HASH) Hersman)