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Zrii… o cuando Deepak Chopra me gastó una cerveza

Hace unos meses, un conocido de la Universidad retomó contacto preguntándome si yo era ‘antisistema’. Aunque considero que soy todo lo contrario, entiendo que muchas personas se confunden y necesitan revisar lo que entienden por “el sistema”. Le respondí que algunos me considerarían antisistema, a lo cual él me invitó a tomar una cerveza para hacerme una propuesta de negocio.

Yo, en mi ingenuidad, alcancé a pensar que se podía tratar de un proyecto editorial, y me lo iban a proponer con una cerveza de por medio — ¡maravilloso! Cuando llegué al pub, mi conocido me empezó a hablar de “libertad financiera”, querer viajar, no responderle a un jefe y prácticamente darse la vida de sibarita que todos nos merecemos y que esto sería posible con su nuevo proyecto — Zrii… que no es tan suyo y tampoco es tan nuevo.

Ya habíamos pedido la pinta, así que le dije de entrada que gracias por la cerveza y que no me interesaba, que no le robaría más tiempo. Él me pidió que lo escuchara, a lo que accedí mientras me tomaba esa cerveza.

Empezó por decir que Zrii era una compañía fundada por ese rebelde antisistema Deepak Chopra, a lo que ofrecí la caracterización de Chopra como el charlatán peligroso que es —creo que “negacionista del sida” hizo parte de mi respuesta—.

Ante la sorpresa de que yo supiera quién es Chopra y que estuviera tan enterado de él, mi compañero siguió con otro punto: venden productos ayurvédicos y pasó a enumerarme las supuestas ventajas de estos productos. Esta parte de la conversación empieza preguntando por el estado anímico de la víctima, sus hábitos alimenticios y si está cansada o le falta energía, usando una estrategia retórica propia de una lectura en frío para colar las ‘ventajas’ vitamino-energéticas del producto entre las grietas que uno pueda dar en la respuesta.

Como mis respuestas no facilitaron ningún filón para sugerir que necesito una bebida vitamínica, energizante o natural, el pobre dijo que desde que él era consumidor de Zrii —hacía unas semanas—, se sentía menos cansado y con más disposición a hacer las cosas (¡efecto placebo, hombre, efecto placebo!). De hecho, me gustaría invitarlo a que se entere de los peligros del negocio de suplementos y multivitaminas.

En ese momento no mencioné nada sobre el carácter ayurvédico de los productos, pero como prometí hacer un artículo demostrando el timo (ya llegaré a eso), supongo que este es el momento adecuado para señalar que la dichosa ‘medicina’ ayurvédica no es medicina y, además, no se ha comprobado que funcione. Es más, esta pseudociencia ha sido relacionada con muertes y envenenamiento con plomo.

El siguiente punto de conversación intentó apelar a mi inexistente patriotismo — que Zrii apostaba por Colombia y que la había elegido como base de operaciones para Suramérica (¡menuda suerte la mía!). De alguna forma, yo debía sentirme impresionado porque el timo de Chopra viniera a estafar a mis familiares y amigos antes que al resto de la humanidad. No, ¡pues gracias!

Como eso no funcionó, pasamos al modelo de negocio. Según mi compañero, Zrii no es una pirámide porque sólo exige a dos personas (piernas o ‘patas’) por debajo de cada doliente y, además, se basa en el autoconsumo (de ahí que él fuera consumidor). Para ser productos que supuestamente mejoran cualitativa y cuantitativamente la vida, no pude dejar de notar la ironía de que mi compañero me había citado porque su segunda ‘pata’ había muerto recientemente y le estaba buscando reemplazo.

Señalé que con dos o trescientas ‘patas’, el modelo sigue siendo un esquema Ponzi y me sorprendió que él, habiendo cursado Finanzas, no supiera qué es eso. (De hecho, después de este encuentro, tuve la ingrata sorpresa de que dos administradores de empresas también estuvieran promocionando —y consumiendo— Zrii.) A ver, aclaremos algo: tooooooooooodo el marketing multinivel es una estafa.

Como nada parecía convencerme de desperdiciar mi dinero, tiempo y energía en hacer que mis conocidos se pusieran a desperdiciar los suyos, mi interoluctor, entonces, apeló a mi avaricia. Según él, lo mejor de Zrii es que ofrece una comisión anual del 2% de todos los nuevos mercados que la compañía abre por año y otra de 1% del total de ventas de cada año. Como dije, me sorprende que personas que han visto varios niveles de matemáticas, economía y administración durante la carrera no hayan caído en cuenta que estas ‘comisiones’ se agotan con los primeros 50 y 100 miembros de Zrii. Debajo de todos ellos, nadie recibe comisiones. Es más: si las comisiones salen de las ventas y las ventas se alimentan del autoconsumo, el esquema Ponzi queda más que en evidencia: todas las ‘patas’ de Zrii están poniendo su dinero para que Chopra, Bill Farley, Chris Gardner (sí, el tipo interpretado por Will Smith en En busca de la felicidad) y los siguientes 47 genios vivan a cuerpo de rey con el trabajo ajeno.

Ya me estaba acabando la cerveza cuando mi compañero cayó en cuenta que no me iba a convencer y me solicitó que lo pensara; respondí que lo haría y lo único que le pedía a cambio es que si le demostraba que Zrii es una estafa, él dejaría el negocio (de ahí, mi compromiso de escribir este artículo). A decir verdad, no tengo muchas esperanzas de que él esté abierto a cambiar de postura — más que la ‘inversión’ económica, lo que está en juego es la inversión emocional, ya que a ninguno nos gusta aceptar que nos hemos equivocado… incluso si ese error drena nuestras cuentas bancarias.

Los promotores de Zrii aseguran que uno se vuelve rico a la vuelta de tres a cinco años si le pone un “esfuerzo constante” (y si no eres rico, es que no te esforzaste lo suficiente). No me molesta esperar de tres a cinco años para ver cómo resultan las cosas — si entonces me invita a una segunda cerveza, la aceptaré con gusto: en cualquier caso, destinar ese dinero a casi cualquier cosa que no sean los bolsillos de Chopra es usarlo muchísimo mejor.

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