Estos magufos están desatados. Esta semana, el partido populista Podemos de España pidió al Parlamento Europeo que reconociera como real la enfermedad inventada que llaman hipersensiblidad electromagnética.
Ahora, el Plan Nacional de Desarrollo en Colombia se encuentra frenado por cuenta de la Corte Constitucional que, en varias sentencias, ha accedido a ‘proteger’ la salud de un riesgo electromagnético imaginario, sentando una línea jurisprudencial ridícula:
[E]n varias ocasiones la Corte Constitucional ha fallado a favor de accionantes que invocan el derecho a la salud que se les estaría vulnerando por la instalación de una antena. La Corte ha tomado como insumo lo dicho por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, la cual ha dictado que la radiación electromagnética es posiblemente cancerígena.
Para Elkin Alonso Rodríguez, magistrado auxiliar de la Sección Segunda del Consejo de Estado, “el debate sigue abierto”. Los jueces no la tendrán fácil, porque así como la Corte ha sentado el precedente para salvaguardar el derecho a la salud de personas, por ejemplo, con marcapasos, porque las ondas electromagnéticas pueden generar interferencias, también ha fallado, en la Sentencia T-397 de 2014, ordenando el desmonte de una antena de las cercanías de un conjunto residencial en el que vivía un menor de 20 meses, sólo por el hecho de que su sistema nervioso estaba en desarrollo, es decir, sin una patología ya existente.
“La Corte ha mostrado que es mejor pecar por exceso que por defecto”, precisamente aplicando el principio de precaución, dijo el magistrado auxiliar. Según él, sin embargo, los jueces tendrán que ser muy cuidadosos para tomar decisiones equilibradas, recordando que hasta ahora no hay evidencia científica irrefutable que diga que las ondas de las antenas de telefonía producen cáncer.
A ver, no. Los magistrados necesitan una clase de cómo funciona el principio de precaución, porque lo usan a la loca tolondra, y llegarán al paroxismo de impedir que las personas salgan de sus casas, porque hacerlo supone algún riesgo.
En cuanto a la radiación electromagnética, resulta que es radiación no ionizante, por lo que no causa cáncer. La IARC sí la clasificó como “posiblemente cancerígena para los humanos”, pero eso sólo quiere decir que es tan ‘peligrosa’ como el el talco, el café, la gasolina, lavar la ropa, trabajar en la industria textil y ser carpintero o bombero (está en el grupo 2B… y, francamente, después de la chapuza con el glifosato, hay que tomarse los riesgos advertidos por la IARC con algo de escepticismo).
No es la primera vez que la ignorancia sabotea la política pública o permea las decisiones de la Corte Constitucional.
Qué tendencia tan peligrosa — hoy impide el progreso, mañana costará vidas.