por Damion Reinhardt:
Generalmente se le atribuye a Christopher Hitchens la popularización de la idea de que “lo que puede ser afirmado sin evidencia también puede ser descartado sin evidencia” en el mundo de habla inglesa, y en la comunidad librepensadora en particular. A menudo, él se refería a esta como una de las reglas elementales del pensamiento lógico, por ejemplo, en esta polémica contra la mujer conocida como Madre Teresa, en la que también tuvo algo que decir sobre el daño causado por el curanderismo y la curación por fe:
Una de las maldiciones de India, así como de otros países pobres, es el curandero charlatán, que despluma a la víctima con promesas de curación milagrosa. El domingo fue un gran día para estos parásitos, que vieron sus métodos de mala muerte avalados por su santidad y se les dio un paseo más o menos gratuito en la prensa internacional. Olvidadas fueron las reglas elementales de la lógica, que las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias y que lo que se puede afirmar sin evidencia también puede ser descartado sin evidencia.
Sin embargo, muchos olvidan que la navaja de Hitchens se deriva de una expresión latina que se utilizaba ampliamente en el siglo 19, “Quod gratis asseritur, gratis negatur“. Una rápida búsqueda en Google Books revela un patrón de uso que se remonta hasta 1815, incluyendo autores que escribían en inglés, francés, e italiano. Sin embargo, el uso más temprano que encontré, fue el de un erudito alemán de la Biblia y teología que escribía en latín.
En 1704, Johann Georg Pritius publicó por primera vez Introductio in lectionem Novi Testamenti, en el que se invoca la mencionada navaja epistemológica contra Artemon, presumiblemente el teólogo antitrinitario del siglo Tercero. Lo que escribió se puede traducir como “¿Cómo puedes probarlo, Artemon? Porque lo afirmaste sin causa, por lo tanto, también se puede negar sin causa“.
Ya que su Introducción al Nuevo Testamento fue ampliamente reimpresa y el latín todavía estaba en uso como la lingua franca de la erudición bíblica en el momento, no es inverosímil que Pritius fuera de hecho el autor de la expresión. En cuyo caso, en mi opinión, debemos considerar el cambio de nombre a navaja de Pritius.
Sin embargo, sospecho que este principio puede ir más atrás. Si pueden encontrar una instancia de la misma siendo expresada de forma razonablemente paralela, en cualquier idioma, antes del comienzo del siglo 18, yo estaría muy agradecido de enterarme.
[Gracias a Xian Adams y Miranda C. Hale por su ayuda con el latín.]