Desconfío profundamente de los ateos que ignoran, excusan o justifican las violaciones al laicismo —o atropellos a los derechos humanos— en nombre de “ideales superiores”.
En Colombia pasa más frecuentemente con el proceso de ‘paz’ del gobierno Santos, que ha recurrido al privilegio católico y el ecumenismo para justificar su negociación con terroristas y darle un barniz de aceptabilidad al que, de otra forma, es un proceso impresentable e indefendible — vamos, que las cosas se defienden con argumentos y evidencias, no apelando a las pasiones religiosas.
Con frecuencia, otros suponen que el laicismo puede ser violado si es por razones económicas o para incentivar el turismo, que es como decir que la esclavitud o la censura son justificables según las circunstancias. No sé cómo alguien puede pensar que los derechos humanos dependen de las circunstancias y que sus ‘molestas’ garantías sólo son palos frenando la rueda del progreso (?).
Un tercer ejemplo de ateos dispuestos a ignorar el principio democrático que garantiza nuestra igualdad como ciudadanos ocurre con el papa Francisco. Si Bergoglio dice que condena el cambio climático, ellos pretenden ignorar que esa postura está basada en la doctrina católica de oponerse a los anticonceptivos y el aborto (que no sólo son derechos humanos sino que, además, son dos herramientas cruciales en la reducción de la emisión de gases efecto invernadero). Hay que leer más allá de los titulares.
Ahora, un tal Daniel Páez, que dice ser ateo, publicó en Las2Orillas una columna invitada insistiendo que el tour latinoamericano del papa Frank es en nuestro beneficio, el de los ateos —¡mira por dónde!—:
Escuchar al más alto representante de la iglesia católica decir a sus fieles, que respalda a los gobiernos latinoamericanos, a la Patria grande, y contra los abusos de un sistema que mercantiliza todo, que desprecia a gran parte de seres humanos, con el único criterio de “no producir eficientemente”, es realmente poco habitual si sabemos que la iglesia, por lo general, ha sostenido la posición diametralmente opuesta. Debo decir que, en lo personal, me resulta gratificante que esto suceda.
De hecho, no es poco habitual. La historia de la Iglesia Católica está atiborrada del respaldo vaticano a gobiernos, desde Hitler hasta Franco. Y América Latina no ha sido la excepción: Videla, Pinochet, Stroessner, Bordaberry, Bouterse, Banzer, Duvalier, Torrijos, Noriega, Somoza, Velasco y Rojas Pinilla fueron todos respaldados por la Iglesia.
En cuanto al argumento de oponerse al sistema que lo mercantiliza todo (??), es increíble que Páez sea tan ingenuo. Francisco no está renunciando a sus palacios ni todo el oro malhabido de su putrefacta iglesia — lo que hizo Francisco fue decirle a los pobres que sean abstemios y se priven del progreso. ¿Acaso habrá un ejemplo más meridianamente claro de lo que es despreciar a los seres humanos que no producen eficientemente?
El otro argumento de Páez es este:
En síntesis, creo que para los ateos de izquierda como yo todo es ganancia: el papa opina en favor de los derechos de las personas homosexuales, ha enfrentado a los sacerdotes acusados de pedofilia e, incluso, ha dado una opinión favorable y loable al divorcio; a todo esto se suman las disculpas a los pueblos indígenas por el maltrato del que la iglesia católica ha sido cómplice.
Si Páez no ha vivido bajo una roca desde que Francisco es Papa, necesita empezar a prestar atención urgentemente. Después de que el Papa dijo no ser nadie para juzgar a los gays, la Iglesia ha seguido obstaculizando el matrimonio homosexual y la adopción homoparental. De hecho, no hace ni un mes, el propio Francisco se fue lanza en ristre contra el matrimonio gay durante una arremetida contra el laicismo —que los medios prefirieron ignorar—.
Y es que el punto es ese: las visitas de Francisco van en detrimento del laicismo (empezando porque son pagadas con dinero de los contribuyentes latinoamericanos); su gira ha sido para revivir la pasión católica en territorios donde el protestantismo le roba seguidores, y es que la madre Iglesia necesita de esos impuestos a la estupidez llamados diezmos para seguir viviendo en la opulencia —¿cómo era eso de que el Papa se opone a mercantilizarlo todo?—.
La recuperación de católicos en la región sólo puede significar más obstáculos para hacer efectivo el laicismo, la estricta separación de Estado e iglesia, que es la única garantía que tenemos los ateos (junto con las minorías religiosas) de dejar de ser tratados como ciudadanos de segunda clase. Y a mí no me sirven las disculpas que pueda dar el Papa que haya dentro de 500 años, tal como las disculpas a los indígenas no les devuelven a sus antepasados ni restauran sus tradiciones perdidas.
Así que, de nuevo: los ateos no ganamos nada con la visita del Papa. Más bien perdemos. Mucho.
(vía Ateorizar | imagen: Catholic Church (England and Wales) via photopin cc)