Los viernes trato de postear temas light y agradables para terminar la semana con una sonrisa, pero hay veces que no se puede — y hoy es una de esas veces.
En abril, la alcaldía de Santa Marta ofreció un concierto de Funky, cantante cristiano. Como Colombia es un Estado laico, los ateos de la ciudad interpusieron dos derechos de petición, uno ante la Alcaldía y ante la Contraloría.
Con una excusa ridícula, la Alcaldía se lavó las manos, mientras que la Contraloría abrió una investigación.
Pues ya tenemos el resultado de esa investgación… que también dejó mucho que desear:
[S]e estableció que no hubo contratación con el cantante puertorriqueño Funky, puesto que fue una donación que el mismo artista le brindó al Distrito de Santa Marta, en aras de incentivar en el mencionado evento la cultura ciudadana y la integración juvenil. Y el Distrito a su vez quiso promover la sana convivencia la integración de la ciudadanía en especial de los jóvenes samarios; para lo cual se aprovechó de la solidaridad del cantante.
Que haya sido una donación es irrelevante — la organización del evento genera costos por alquiler de sonido, silletería y logística. ¿Cómo es que algo tan eminentemente obvio se le escapa a la Contraloría?
(vía Martín Caicedo | imagen: Alcaldía de Santa Marta)