Desde que Alejandro Ordóñez está a cargo de la Procuraduría General de la Nación, la entidad se ha vuelto una sucursal de la Santa Inquisición y en vez de velar por los Derechos Humanos de los ciudadanos —su función constitucional—, se ha vuelto un órgano de facto para imponer la miserable visión católica a todos los colombianos. Por estos delirios filofascistas, la Corte Constitucional ya le ha llamado la atención a Ordóñez, pero al tipo eso le trae sin cuidado.
Uno de los fetiches de Ordóñez es recopilar datos privados —llegando al extremo de violar la reserva judicial— para perseguir a mujeres que han abortado, homosexuales y verdaderos defensores de derechos humanos. Y ahora, por n-ésima vez, la Corte ‘regañó’ Ordóñez por desperdiciar así los recursos de la Procuraduría e inducir a error a jueces y notarios:
La Corte Constitucional le hizo un fuerte llamado de atención al procurador General, Alejandro Ordóñez Maldonado al advertirle que no puede imponerle su visión sobre el matrimonio homosexual a los jueces y notarios que tienen que definir las solicitudes de matrimonio presentadas por parte de parejas gais, con base en la sentencia C-577 de 2011, que reconoció que una pareja homosexual podía ser considerada una familia.
Así lo hizo en un fallo de 57 páginas, conocido por El Espectador, en el que el alto tribunal le advierte al jefe del Ministerio Público que se “abstenga de imponer por vía general una determinada lectura de la manera en que notarios y jueces deben cumplir con lo ordenado en la sentencia C-577 de 2011, a fin de evitar que se coarte el margen de autonomía que la Constitución y la ley atribuye a estos funcionarios para interpretar y aplicar el derecho”.
¡Qué regaño tan pusilánime! Una ‘advertencia’ que no traiga consecuencia por no cumplirla es básicamente una pataleta de ahogado.
Si eso es un “fuerte llamado de atención” de la Corte Constitucional, con razón no los respetan. Por si alguna vez quieren hacerse respetar en serio, aquí hay unas sugerencias que pongo humildemente a su disposición:
• Compulsar copias a la Fiscalía General de la Nación por el presunto delito de violar la reserva judicial.
• Compulsar copias a la Fiscalía por el presunto delito de usurpar funciones públicas.
• Compulsar copias a la Fiscalía por el presunto delito de prevaricato, tanto por acción como por omisión.
• Compulsar copias a la Fiscalía por el presunto delito de discriminación por la orientación sexual.
• Compulsar copias a la Fiscalía por el presunto delito de fraude a resolución judicial.
• Compulsar copias al hoy en vías de extinción Consejo Superior de la Judicatura para que investigue, sancione y suspenda a los jueces que cedan a estas presiones de la Procuraduría.
Estos son unos ejemplos de muestra, pero confío en que los magistrados serán muy creativos si alguna vez consiguen tener un poquito de valor.
Porque ¿de qué sirve ser el máximo tribunal constitucional si sólo defienden la solemnidad de su Corte con regañitos que no asustan a nadie?
(vía Luis Fernando | imagen: De la Urbe, Universidad de Antioquia)