La doctora Nubia Muñoz recibió ayer su Doctorado en Ciencia Honoris Causa por parte de la Universidad de McGill, en Montreal (Canadá):
Para quienes no hablan inglés, durante la ceremonia se hizo un pequeño recuento de la trayectoria de Muñoz, quien ha sido nominada al Nobel dos veces por sus aportes en la investigación contra el cáncer, particularmente porque descubrió el rol que juega el virus del papiloma humano en el desarrollo de cáncer cervical.
Para aquellos a quienes les suena el nombre, es porque durante la oleada antivacunas del 2014, Muñoz fue fundamental para que El Espectador rectificara la atroz plataforma que le dio a la impresentable Carme Valls — una señora que se la pasa difundiendo mentiras sobre la vacuna contra el VPH.
Llegados a este punto, normalmente, un medio empezaría a regarse acerca de cómo Muñoz es un orgullo para el país, pero eso siempre me ha parecido un tanto patético y otro tanto incómodo: ¿qué tiene que ver el país en todo esto? ¿por qué nos vamos a apropiar de los méritos ajenos? En el caso de Muñoz esto sería particularmente chistoso —y de mal gusto—, pues ella es colombiana y este país no se caracteriza exactamente por apoyar la ciencia y la investigación — por el contrario, cada vez ponen más trabas.
Sobresalir de esta manera tan asombrosa, a nivel internacional en el campo científico, como lo ha hecho Muñoz, es digno de admiración y más aún habiendo nacido en un país cuyo máximo protector de DDHH es un ridículo inquisidor camandulero y cuyo ‘mejor’ Presidente es un tipo que tiene a la mayoría de su gabinete condenado por distintos delitos cometidos bajo su mandato.
Felicitaciones a la doctora Nubia Muñoz, un reconocimiento más que merecido.
(vía María Arboleda | imagen: McGill University)