Ayer fue el Foro sobre Adopción y Matrimonio Igualitarios de la Fundación Buen Gobierno.
A pesar de que la idea era el fortalecimiento de la igualdad, el espacio fue autoderrotista a ratos, pues era convertido fácilmente en un altoparlante para la más vulgar homofobia.
Empezaron invitando a monseñor Juan Vicente Córdoba, presidente de la Comisión de Vida de la Conferencia Episcopal de Colombia, cuyo discurso fue fusilado por los medios para resaltar una postura aparantemente conciliadora y porque Córdoba se preguntó si alguno de los discípulos de Jesús habría sido “mariconcito” (pues vaya con el tono conciliador de la Iglesia Católica, ¿ehh?).
Pero los medios dejaron por fuera las conclusiones de Córdoba, que estuvieron enmarcadas en la intolerancia católica estándar.
Primero, Córdoba atacó la conquista social de derechos a golpe de jurisprudencia constitucional.
Trátese de derechos LGBTI, de aborto, eutanasia, legalización de las drogas o cualquier otro tema, este es el caballito de batalla pseudodemocrático de la Iglesia que, por supuesto, no tiene ningún peso pues, para empezar, ellos no tienen por qué estar comentando los intríngulis de la política pública y el poder, ya que Colombia es un Estado laico.
Uno sabe que cuando han esgrimido este argumento, están a punto de entrometerse en la política pública y exigir que su postura sea adoptada por el Estado, que es exactamente lo que hizo Córdoba.
Por cierto, jamás había visto que un religioso pidiera “no elegir por los niños“, pero ya que lo hizo, lo lógico es que Córdoba se niegue a celebrar bautizos, ya que, ciertamente no debemos elegir por los niños cuando se trata de dioses y religiones — que elijan ellos una vez cumplan la mayoría de edad.
Luego vino el panel jurídico, que tampoco salió bien librado, pues contó con el exmagistrado Nilson Pinilla, ese homofóbico consumado que haría palidecer a los autores del Levítico.
Y así quedó demostrado en el Foro…
Es curioso, porque en la naturaleza hay miles de especies animales que practican relaciones homosexuales. Pero claro, Pinilla no tiene ni idea de lo que habla — a la intolerancia no le importa ser incoherente. Por eso es que a él no le importó cuestionar la sanidad mental de los LGBTI y decirlo “con todo respeto”.
Para más inri, también participó un tal Andrés Balcazar, secuaz de Alejandro Ordóñez, que no pudo decir más burradas porque no le dieron más tiempo:
Al último panel fue el senador conservador Hernán Andrade, quien repitió los aburridos tópicos de sus compañeros de intolerancia ya rebatidos.
Para finalizar, creo que la conclusión clara — no inviten homofóbicos. Es más: invitar a la Iglesia es legitimar su presunta autoridad. Para tener políticas públicas menos homofóbicas es necesario socavar la supuesta autoridad moral religiosa. Invitar a Córdoba fue un pegarse un tiro en el pie.
¿Quieren igualdad? Pues dejen de invitar a los curas y demás homofóbicos a los #ForoIgualdad. No sé, como que es de perogrullo.
— Ðavid Osorio (@Daosorios) May 14, 2015
Adenda 1: En general, la intervención de Rodrigo Uprimny fue buena; sin embargo, derrapó feo cuando dijo que “aislar un texto sin mirar el conjunto de la Constitución es como interpretar la Biblia diciendo que fomenta la crueldad”. Podemos mirar la Biblia en su totalidad, o en pedazos, y siempre fomentará la crueldad — hay que hacer una gimnasia mental propia del maestro Yoda para que la Biblia deje de ser discurso del odio.
Adenda 2: El Foro contó con la participación del ministro del Interior, Juan Fernando Cristo. Éste anunció el apoyo del Gobierno a los proyectos de matrimonio igualitario y adopción homoparental. Es macabramente irónico, pues no hace ni una semana el Ministerio empezó a trabajar en una discriminatoria política de libertad de cultos que, prácticamente, garantiza el privilegio religioso del cristianismo, discriminándonos a todos los demás… al parecer no tienen tan claro esto de la inclusión.
Por otra parte, este Gobierno ya hundió un proyecto de matrimonio igualitario para complacer a la Iglesia. En nombre de la ‘paz’ harán cualquier cosa, incluso perpetuar la discriminación que impide la paz. Por eso, hasta no ver no creer.
