Hace unos días, la IARC reclasificó el glifosato como probablemente cancerígeno (2A), causando la euforia de millones de enemigos ideológicos del glifosato (que celebraron cuando su supuesto mayor miedo parecía ser confirmado [?]).
Ahora, el Ministerio de Salud le ha pedido al Consejo Nacional de Estupefacientes que suspenda la aspersión aérea de glifosato, invocando supuestos riesgos para la salud:
En lo que concierne directamente al glifosato, el informe de la IARC revela que la exposición a esta sustancia puede estar relacionada con la generación de linfoma no-Hodgkin. Así mismo, el informe plantea que la exposición experimental en animales está relacionada con la probabilidad de generar carcinoma tubular renal, hermangiosarcoma, tumores en piel y adenoma pancreático. El glifosato no había sido clasificado con anterioridad por la IARC. Su inclusión en el grupo 2A constituye, por lo tanto, un hecho científico de suma importancia.
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A pesar de la existencia de evidencia científica divergente, la clasificación por parte de la IARC representa una advertencia insoslayable de posibles efectos adversos a la salud y por ende configura un esenario en el que, como mínimo, existe incertidumbre científica sobre los efectos nocivos del glifosato, condición suficiente para dar cumplimiento al principio de precaución.
Por ello, el Ministerio de Salud y Protección Social […] recomienda suspender de manera inmediata el uso del glifosato en operaciones de aspersión aérea para la erradicación de cultivos ilícitos […]
El tema tiene tanto de largo como de ancho.
Primero, el reporte de la IARC tiene errores metodológicos como para detener un tren: ignoró todos los estudios que descartaron la relación glifosato-linfoma, los estudios que sí tuvo en cuenta fueron tergiversados (!) y utilizaron estudios falsos —como el fraude de Séralini—.
Lo segundo es la clasificación 2A-“probablemente cancerígeno”. Una aproximación no apasionada revela que esta clasificación es bastante común para un montón de actividades y productos de la vida cotidiana: el café, los celulares, el extracto de aloe vera, los vegetales conservados, el carbón de leña, ser peluquero o cocinar frituras con acrilamida (a todas estas, hay papas transgénicas que reducirían la formación de acrilamidas; supongo que aquí a los magufos ya les estalló la cabeza).
Lo tercero es el contexto de la “lucha contra las drogas”. Cada quién puede hacer con su cuerpo lo que quiera, incluso consumir drogas. Si dejáramos de desperdiciar dinero, tiempo, energía y vidas humanas tratando de imponerle a los demás lo que pueden hacer con sus vidas, el sentido común dicta que las aspersiones no deberían existir, con cáncer o sin cáncer, porque la guerra contra las drogas es un asalto inconcebible contra nuestras libertades individuales. (Y sé que el Ministro lo entiende).
Lo cuarto es la política pública. Infortunadamente el reporte de la IARC viene con la legitimidad de la OMS y es comprensible la tentación a creerles, pero la OMS ya se ha equivocado antes y a lo grande (con el timerosal y con los teléfonos móviles, por ejemplo); por lo que sus sugerencias no deberían ser acogidas acríticamente. La política pública siempre debe estar basada en la mejor evidencia disponible, ese es el punto de partida de la administración de justicia y la democracia. Basar las actuaciones del Estado en el miedo, la pseudociencia o la ideología siempre jugará contra la ciudadanía y, en ese sentido, la decisión del Ministerio sienta un terrible precedente (incluso si es una decisión correcta, sus razones también deben ser las correctas).
Para terminar, y ya a modo más personal, cuando Alejandro Gaviria fue nombrado ministro de Salud me alegré, pues siempre es refrescante que haya un ministerio a cargo de una persona racional — y Gaviria ha estado relativamente a la altura de las expectativas: la defensa de la vacuna contra el VPH desde el Ministerio y la regulación de la eutanasia habrían sido impensables si otra persona ocupara su cargo. Por tanto, la petición sobre las aspersiones me parece una mancha en el que, de otra forma, ha sido un gran manejo de la cartera (y que, necesariamente, le ha granjeado enemigos y envidiosos).
(vía Pablo Correa | imagen: Reporteros Asociados)