Una tal Helena Restrepo escribió en defensa de las pseudociencias, argumentando que los pacientes las buscan porque en la verdadera medicina la relación entre médico-paciente carece de calidez. En respuesta, Pala descartó la anticiencia pero acogió el supuesto llamado al humanismo en la medicina. Él dice:
El médico ideal debería ofrecer al paciente dos abrazos: el primero desde el afecto y la empatía, dando a sus emociones el valor irreemplazable que les corresponde y abordándolo como un ser humano, y el segundo desde la honestidad científica, brindándole una terapia absolutamente validada y una esperanza real sustentada en la estadística.
Un médico tradicional, tras un proceso de real autocrítica, podría estar en perfecta capacidad de ofrecer ambos mundos, mientras que el mejor de los homeópatas jamás podrá ofrecer algo más allá del primero.
El problema, me temo, no es tan sencillo. De hecho, fue resumido magistralmente en House, cuando el protagonista interpretado por Hugh Laurie pregunta:
¿Que prefieres, un médico que te coja la mano mientras mueres o uno que te ignore mientras mejoras?
No sé por qué o cómo, “un médico que te coja la mano” se ha vuelto sinónimo de humanismo, pero la relación es falsa a todas luces. Es más humanista salvarle la vida a los pacientes — que un doctor dedique la mínima cantidad de tiempo por paciente no le resta humanismo per sé. De hecho, se puede argumentar y yo lo haría, que las consultas cortas e impersonales son más humanitarias que cualquier visita al charlatán de turno, por muy bien que este haga sentir a sus víctimas.
Para bien o para mal, cada día tiene una cantidad finita y limitada de horas, es un recurso preciado en el que los médicos tienen que ver cómo consiguen atender a tantos pacientes como alcancen. Los cinco minutos extra que en cada consulta se podrían dedicar a dar palmaditas en la espalda y apoyo emocional, pueden sumarse para que el médico atienda a más personas que requieren de sus conocimientos y experiencia. ¿Cuántos pacientes resulta aceptable dejar de atender en un día para dar consuelo emocional a los que sí se atiende? ¿Acaso conseguir que un profesional de la salud debidamente titulado los atienda no es suficiente fuente de alegría y agradecimiento que, además, requieren que les paladeen los sentimientos?
Entre la fría consulta, breve y directa, y dedicarle tiempo de la aplicación práctica de la medicina a un menor número de personas, lo humano, lo realmente humanitario, es ayudar a más personas en la misma cantidad tiempo.
Así que tengo que discrepar con Pala cuando sugiere que los verdaderos médicos carecen de afecto y empatía. Por el contrario, tanto los tienen que, incluso, deciden seguir repartiendo su escaso tiempo entre más personas… aún cuando eso les vale ataques bajos de apologistas de la estafa y el engaño como doña Helena Restrepo.
(vía Diego Castilla | imagen: House.M.D-Everybody-lies-01 via photopin (license))